“Siempre hay algo auténtico en cada falsificación”

Nuestro presidente ha dado un paso más hacia el totalitarismo y la intolerancia, por desgracia no parece nada nuevo.

¿Quién es quién en las mentiras?, su nueva estrategia mañanera para desacreditar periodistas, medios, críticos u opositores, un pasito más para convertirse en otro triste populista latinoamericano de la historia, un despropósito a todas luces, un ejercicio ocioso que se le ha hecho vicio: victimizarse y culpar al mundo de todos de sus fracasos.

El tema es de franca flojera, predecir el desenlace es pan comido: su base de fanáticos aplaudirá hasta sangrarse las palmas y llevará a la hoguera a los condenados que no tendrán más derecho de réplica que la humillación, por el otro lado sus opositores más severos, también fanáticos antipeje, anti-4T, convertirán en una especie de mártires a los señalados, los bañarán de gloria y creerán a pie juntillas todo lo que publiquen.

Al final, el ejercicio sólo extenderá la polarización y lo peor es que al presidente le puede salir el tiro por la culata y avivar su ira, ya de por sí choteada todos los días, con la consecuencia lógica de la pérdida de simpatizantes.

Nuestro presidente no lo quiere entender, el lopezobradorismo no será jamás lo mismo que fue en 2018, así como un automóvil nuevo pierde su valor apenas salido de la agencia, así también pasa con el poder: una vez que te conviertes en gobierno los aplausos van a la baja y los reclamos suben, pierdes tu valor político.

Claro, habrá casos excepcionales, casi únicos, de políticos aclamados que terminen su periodo con más popularidad y con más cariño del que tenían cuando comenzaron… No es el caso de López Obrador.

Morena y la 4T tuvieron menos votos en esta elección que en la pasada. Sí, ganaron la mayoría de los gobiernos estatales pero, visto a detalle, la clase media que antes los llevó al poder ahora les dio la espalda, una lectura aún más fría apunta que, más allá del premio a la administración, lo que ganó fue el voto de pobreza, marginación y resquemor.

Peor, nos damos cuenta de que la población en pobreza y marginada, con la frustración que conlleva, es la mayoría del país. Debemos mucho. ¿Qué se hizo tan mal para olvidar a los que quedaron atrás?

Aunque el presidente regala dinero a diestra y siniestra, no hay recurso que alcance frente a nuestra miseria, su rechazo permanente a las vías probadas de generación de riqueza va a generar más pobreza y la estrategia de polarizar terminará reventándole en la cara.

Los nuevos pobres del presidente no quieren al presidente, al contrario, lo detestan y harán todo lo posible por que pierda.

En su polarización, López Obrador no mide que ya no ganará ningún adepto, solo reforzará a los que ya tiene y poco a poco los irá perdiendo.

DE COLOFÓN.- La neta, la bronca de fondo es si el PRI será socio de la oposición o tapete de Morena. Así de fácil.

@LuisCardenasMX

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