A ésta edad, me refiero a los cuarenta y más, podemos ya estar llenos de información y formas arraigadas de pensar respecto a lo que desde pequeños nos mostraron que está bien y qué está mal, qué cumple con los protocolos de la sociedad, qué está bien visto y qué no. Pero también a ésta a edad, puede ocurrirnos, a los seres humanos, me refiero, que descubrimos una vocecita que hoy se hace más fuerte dentro de ti y sobretodo te hace darte cuenta que puedes observar la vida y a lo que te rodea de forma distinta. Así que me gustaría preguntarte: ¿qué etiquetas pones a las personas que te rodean? ¿acaso eso permite que puedas avanzar o siquiera modificar tu vida? ¿te sirve de algo?.

Te comparto una parte de mi aprendizaje. Si bien es cierto que desde pequeña escuchaba esa vocecita interna, me educaron para callar y obedecer sin cuestionamientos. En ése entonces mi padre nos contaba historias sobre el uso de la mezclilla, de sus orígenes, y de acuerdo a su formación y educación, la mezclilla, según decía sólo los usaban los obreros, refiriéndose a ellos como una clase baja. No quiero con esto hablar mal de mi padre, él simplemente manisfestaba lo que le inculcaron y la forma en que le enseñaron a ver la vida y es que en México, siempre nos a marcado la distinción de clases sociales. Era escuchar siempre ése comentario, ya que nosotros usábamos mezclilla casi a diario. A comidas familiares no nos permitía acudir así ya que no lo consideraba adecuado. Debo de aclarar para no enjuiciar a mi padre, que conforme fuímos creciendo, su percepción respecto al uso de la mezclilla fue cambiando y si no cambiando, lo fue aceptando como parte de la evolución de la sociedad.

Los tiempos cambian y ahora se usa la mezclilla para todo como una prenda básica del nuestro guardaropa que no puede faltar.

Ahora, ¡es otra historia!  la de los tatuajes. Y es que aunque ya sea más común ver a personas tatuadas, continuamos etiquetando a quienes llevan uno o varios, hablo de mi país, porque sé que en otras partes del mundo hay mucho mayor apertura. ¿Qué nos hace pensar que las personas que lo portan son conflictivas? ¿debemos generalizar?  Pensar que toda persona que porta un tatuaje tiene problemas, o es un delicuente o simplemente va por mal camino me parece demasiado. Pero más allá de un tema en particular como este que abordo hoy, mi reflexión va hacia los juicios que tenemos insertados respecto a cualquier etiqueta que nos dé la autoridad para señalar a las personas.

Mi pregunta ahora sería: ¿ésos juicios te llevan a avanzar o te detienen? Etiquetar a las personas por sus gustos y preferencias puede limitarnos en cuanto a conocer a personas verdaderamente extraordinarias y que no por el simple hecho de que estén tatuadas, como es el tema en cuestión, le dé la vuelta y me pierda de la oportunidad de aprender de los demás.

Me parece que cuando utilizamos nuestros juicios respecto a algo, estaría bien detenernos y reflexionar si ése juicio que estoy emitiendo respecto al otro me está limitando en el aprendizaje o me permite descubrir otros puntos de vista que me liberen de mis creencias que muchas veces nos meten en aprietos incluso con nosotros mismos.

¿Qué pasa con los hijos? Sucede así, nos salen con cada idea que no aceptamos porque ésa idea no entra dentro de nuestras creencias y códigos sociales, pero ¿qué te parece si esa idea loca de tu hij@ pudiera llevarlo a ser más feliz y encontrar su propio camino?

Educar a hijos con convicciones firmes a pesar de nuestras propias creencias hará una sociedad más libre y más feliz.

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