El pasado domingo nos desayunamos con la lectura de la principal noticia de este diario: “En estado hay lenta alza de jóvenes”, donde se informó que la tasa de población joven en Querétaro, que va de los 12 años hasta los 29 años, ha aumentado pero a través de un crecimiento lento. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en los últimos 24 años se ha registrado un alza menor a los 231 mil jóvenes en toda la entidad, esto debido a un proceso de envejecimiento de los habitantes.

El dato tiene varias lecturas que inciden en los ámbitos social, laboral, cultural, educativo y económico. Recordemos el caso de España: el 11 de agosto del presente año, el diario español El Confidencial titula su columna principal como: “Los `Millennials´ pasan factura demográfica: 20% menos de jóvenes en una década”. Los ochenta y los noventa lastran la demografía. Los jóvenes de entre 15 y 29 años han disminuido 20% en España en la última década y son la única franja de edad en la que hay menos población que en el año 2005.

Por los rumbos queretanos, aun cuando no llegamos a los extremos de la península Ibérica, el ámbito demográfico debe de ser estudiado a fondo. Esto se liga a la seguridad social pues nuestro sistema –el cual hace muchos años sí era “social”- está diseñado para que, con las cotizaciones de los jóvenes trabajadores, tanto el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) como el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) cubran las jubilaciones de quienes tienen 60 ó 65 años de edad.

Con las modificaciones a lo que un día fue la Seguridad Social, al crearse las Afores, se obligó a los trabajadores mexicanos a ahorrar y entregar ese dinero a los grandes capitalistas extranjeros, quienes además les cobran por “manejar” sus ahorros, con el agravante de que ese dinero de los trabajadores se puede “jugar” en la Bolsa Mexicana de Valores y en las Internacionales. Cierto, tienen algunos seguros, que más que eso parecen prendidos de alfileres.

En el ámbito cultural, de educación y económico, la generación de los “ninis” va en aumento, entendida como tal, jóvenes que ni estudian ni trabajan. Cada día se incrementa el número de personas mayores de 30 años, que aún siguen dependiendo y viviendo 100% de su padres. La mayoría de las personas de la llamada tercera edad (¿habrá 4ª. 5ª 6ª y así sucesivamente?) sobreviven de sus escasos ahorros y de las pingües pensiones de los institutos que deberían de ser realmente de seguridad social.

Vea usted por ejemplo algunos centros comerciales que permiten a las personas de la “tercera edad” empacar la mercancía que compran los clientes de las mismas. Viven de las propinas que no todo mundo da y aquí es bastante discutible, pues a mi juicio, dichas personas, es decir los que empacan son trabajadores de las tiendas en donde de manera por demás tramposa, les hacen creer que les están haciendo un favor, ya que esos grandes capitalistas son lobos con piel de corderos. (Ver el artículo 20 de la Ley Federal del Trabajo).

Quien ha dedicado todo una vida de trabajo el sistema los premia al señalarlos como Reina o Rey de la Tercera Edad, mientras continuamos viendo como en las esquinas se pudren los mejores días de nuestros jóvenes. Por eso es bueno recordar a Facundo Cabral cuando expresó: “no caigas en lo que cayó tu padre que se siente viejo porque tiene setenta años, olvidando que Moisés dirigía el éxodo a los ochenta y Rubinstein interpretaba como nadie a Chopin a los noventa por sólo citar dos casos conocidos”.

Desde luego, amig@ lector@, usted tiene una mejor opinión.

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