Estamos llegando a la primera quincena de un nuevo año que pronto dejará de serlo para entrar de lleno a la cuesta de enero, que suele ampliarse en los meses subsecuentes y así el tiempo continuará su marcha inexorablemente, abriendo y cerrando ciclos. Uno de ellos, que permanece aún abierto, es la enorme tragedia en Australia, un continente singular que desde noviembre del año pasado y hasta el día de hoy es víctima de los incendios que han arrasado más de 10 millones de hectáreas y cobrado la vida de por lo menos 28 personas, así como la destrucción de más de 2,000 viviendas. Cifras aterradoras a las que se suma, según especialistas en Ecología, un estimado que puede superar los 1,000 millones de animales muertos en el transcurso de esta gravísima contingencia ambiental.

Los incendios forestales causados por fenómenos naturales, son muchas veces un ciclo necesario para la conservación y la renovación del frágil equilibrio en la biodiversidad. Pero lo que ocurre hoy en la isla continente es algo que se aleja rápidamente de  ser considerado como un ciclo natural.  Junto con lo difícil que está resultando para los seres humanos que habitan dicho país, mucha gente se ha sumado para tratar de ayudar a las especies animales de un lugar donde alrededor del 80% es fauna endémica, sin olvidar también la flora que sucumbe ante el arrebato del fuego, presentando un panorama desolador, cuyas consecuencias también se antojan, ante los ojos de quienes estudian la biodiversidad, como riesgos muy serios de extinción de especies.

Para explicar un poco más sobre ello, quisiera mencionar lo que dice la Sociedad de National Geographic, una institución que este mes de enero cumplirá 132 años de haberse formado y que se ha ganado el prestigio de ser una de las más importantes a nivel mundial: La extinción ocurre cuando todos los representantes de una especie desaparecen de la faz de la tierra. Se dice que en nuestro planeta, desde que surgió la vida y a lo largo de miles de años, se han producido cinco grandes extinciones de especies que lo han habitado y según los científicos, en la actualidad estamos por entrar a la Sexta Gran Extinción, donde están incluidas por lo menos 5,200 especies animales conformadas por un 11% de las aves, el 20% de los reptiles, el 34% de los peces y 25% de los anfibios y mamíferos. El peligro se da, entre las múltiples causas destacan la destrucción y fragmentación de hábitat; la caza y tráfico animal, el cambio climático y la introducción de especies exóticas.

La vida cotidiana en nuestro entorno y nuestra problemática personal, familiar o comunitaria, nos hace dejar a un lado la preocupación sobre lo que ocurre con las especies animales, pero basta citar el ejemplo de solo un insecto, la abeja, que en el caso de llegar a desaparecer, generaría una crisis alimentaria para los seres humanos, ya que una tercera parte de nuestros alimentos dependen tan solo de esta especie. Resulta difícil estimar el impacto que los incendios en Australia están teniendo también sobre los insectos, y el daño que implica romper la vital relación que tienen entre sí las especies que conforman los ecosistemas.
Hoy vivimos una realidad distinta, ocurre en estos meses recientes en Australia, un poco atrás en el Amazonas y si revisamos información en nuestro país, no hemos estado exentos ni de incendios, ni de especies en peligro de extinción. Pareciera que quienes aún desdeñan el impacto del cambio climático, caen en cuenta cuando el fuego les llega a los aparejos. Indudablemente la nueva década trae consigo nuevos retos en múltiples rubros, uno de ellos es aprender y comprender de la nueva realidad y actuar en consecuencia. Es fundamental que no se extinga la razón, desde Australia, hasta este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

Twitter: @GerardoProal

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