“¿Me preguntas por qué compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores por lo que tener flores para vivir”. Confucio. Filósofo chino (551 A.C.-478 A.C.

Sinfónico y singular fin de semana largo fin de semana para la mayoría de los lectores de esta afamada columna periodística.

Ya bien lo decía el milenario sabio oriental, cuyo nombre latinizado proviene realmente de las raíces lingüísticas del chino mandarín Kongzi, aunque muchas veces se conoce como Kung fu Tse, que todos tenemos la obligación de encontrar hermosos motivos para disfrutar nuestro devenir diario.

He querido aprovechar estos días de instrospección para escribir acerca de un tema que he patentado, y estudiado, me refiero: “La aristocracia social”.

Un universo amplio de quienes me honran hoy con su lectura viven, al igual que la dama que es autora de este texto en un mundo pleno de tecnología, que “vive rápido”, pero no alcanza quizá la  plenitud aun. Y esa plenitud no depende de tu edad cronológica, sexo, ocupación, religión, ideología política o partidista, sino que mientras más rostros felices logras después de una interlocución contigo es justo allí en lo que marca esa plenitud.

Sentirnos plenos entonces, es cuando sin salirme de los esquemas hasta ahora conocidos, como por ejemplo la tan estudiada Pirámide de Maslow, que indica que en la cumbre de la misma la autorrealización se logra en la trascendencia. Y trascender siempre es donar algo positivo, una luz, una esperanza a quienes nos rodean.

Mi contribución la intitulé “¿A qué le tiramos?”, porque sucede algo, como lo he mencionado con anterioridad me agrada el buen vivir, la buena comida, los modales finos y educados, la energía de una carisma que aporta, etc. Es lo que he denominado la aristocracia social. A lo que quiero llegar y convencer a la gente que me lee, es que aunque nos agrade la buena vida, eso no quiere decir que estemos encerrados en una esfera de cristal, si estamos llenos de vida y de compartir, somos la mayoría personas que salen a pasear, visitamos lugares de todo tipo de costumbres, clases sociales, historias de vida y podría decir que hasta gustos musicales, por dar un ejemplo.

Yo cada vez he notado sin alegrar eso mi momento, que las personas cada vez sonríen menos, y si tu eres la autora o autor de una sonrisa, la gente piensa “¿qué beneficio quiere esta persona?”, etc, lo único que concluyo es que eso en una tremenda confusión social.

El sonreír, ser amables, alegres, decisivos, son cualidades que a mucha gente le da miedo, por el hecho de salir de su círculo de “amistades”, que en realidad no son amigos. La base de la amistad reside en el amor de benevolencia, que se traduce en: “porque te quiero, quiero tu bien”. Por lo tanto, si tú decides empoderarte y ser quien encienda la luz y la chispa de la belleza, te puedo asegurar ante notario que comenzarás a tener muchos seguidores y se empezará a romper el círculo vicioso que entorpece que exista una convivencia plena.

¡Que no les de miedo ser diferentes apegados a la belleza! ¡Que gran sueño sería que nuestro  entorno y de allí le subimos estado, país y mundo forme parte de la aristocracia social!

La moneda está en el aire, de nosotros depende si le tiramos a soñar o le tiramos a actuar y ser hacedores de sueños.

Gracias por su atención y ¡hasta siempre distinguido público lector!

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