Estudiosos de la ciencia política consideran que en el siglo XX, la historia la hacen los jefes y las masas.

La pregunta, por supuesto, es cómo hacen esa historia, qué relación hay entre líder y masa. Emilio Gentile, autor de El líder y las masas, analiza la metamorfosis de esta relación y escribe que hoy en día, cuando se ha consolidado la democracia republicana, se ha vuelto preponderante la figura del líder. Que la democracia, gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo, como la definiera Lincoln, se convirtió en una “democracia recitativa”, casi una puesta en escena de la representación popular. Y se pregunta: ¿cuál es la siguiente transformación, en un mundo donde la verdad de los hechos cuenta menos que la habilidad para narrarlos e incluso negarlos?

Así, líderes como Kennedy, Roosevelt o De Gaulle entendieron que el poder estaba en la multitud, pero claro, en los últimos años, la misma masa que enaltece a un líder, forma ese jefe con características que no son propias de la democracia. En varios gobiernos vemos que aún persisten los mitos del populismo que denigran los aspectos más republicanos del sistema democrático, gozando de la simpatía de la mayoría, como por ejemplo en los EU, Donald Trump.

Entre las explicaciones que se dan, encontramos cuestiones económicas y el atraso en las políticas públicas, lo que se manifiesta en el incremento en los índices de desigualdad social y en el ingreso, el desempleo y la reducción en la movilidad social ascendente, así como la ampliación de las brechas sociales por las diferencias en el nivel educativo y de la fuerza laboral.

En el plano político, el impacto de estos cambios sociales y económicos se expresa en la implementación de gobiernos populistas y democracias recitativas de izquierda y de derecha, y el ascenso del nacionalismo autoritario, y como mencionamos líneas arriba, “la verdad de los hechos cuenta menos que la habilidad para narrarlos e incluso negarlos”. Los “líderes” se basan en sus percepciones y visiones personales.

En nuestro país, el presidente de la República percibe que el sentir generalizado de la sociedad mexicana es que su gobierno va avanzado en la meta de lograr la “felicidad social”, visión personal, apoyada en lo que él ve en sus giras, recorridos y eventos por la República. Su popularidad se mantiene alta entre sus seguidores que lo ven como un político distinto.

En una encuesta aplicada en el mes de abril, tenía una aprobación nacional de 62.7%; en otra pregunta sobre si es el líder que México necesita, obtuvo un 69.1% de acuerdo o totalmente de acuerdo, 30.9% en desacuerdo o totalmente en desacuerdo.

En julio baja la aprobación a nivel nacional pero mantiene apoyo: el 72% avala la forma en que ejerce su presupuesto; en una escala del 1 al 10, le dan una calificación de 7.33. En Querétaro, es menor la aprobación al desempeño del presidente de la República, solamente lo aprobó el 27.4, esta brecha es el área de oportunidad para que los queretanos protejamos nuestro estado.

Se consideró que la seguridad es la principal necesidad que debe resolver el Gobierno federal. Al respecto, 73.3% de los queretanos encuestados contestó que se siente inseguro viviendo en México, mientras que el 26.7 % expresó que se siente seguro.

Asimismo, el 88.5% detalló que no considera que las condiciones de seguridad en el país hayan mejorado, mientras que el 4.7% consideró que sí.

Además de la seguridad, los queretanos también destacaron el combate a la corrupción y la generación de empleos como las principales necesidades en el país. Sin embargo, los habitantes consideraron que en estos aspectos el país no ha mejorado.

Cuestión de percepciones.

Gentile se pregunta si la democracia puede llegar a ser abolida por otro tipo de forma de gobierno, resultado de la percepción personalista que puede transformar a la multitud en una masa apática, servil e indolente.

Expresidente municipal de Querétaro y exlegislador federal y local. @Chucho_RH

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