Muchas personas escriben sus propósitos en estas fechas a fin de orientar sus acciones y conducta para el año que inicia. Propongo que en este año que está por iniciar, a los propósitos individuales que hagamos, incorporemos uno colectivo: que nos propongamos llevar a cabo una serie de acciones para que México sea un país desarrollado en tan sólo una generación.

España, Singapur y Corea del Sur lograron en un tiempo igual salir de la pobreza en la que vivían y convertirse en países desarrollados.

México pasa ahora por un buen momento y debemos aprovechar esta ventana de oportunidad para sentar las bases del país próspero, justo y seguro al que todos aspiramos. Van algunas ideas:

Para un México próspero se requiere que nuestra economía despliegue su potencial y que crezca a tasas altas y sostenidas durante las próximas dos décadas. Sólo así el millón de mexicanos que se incorpora a la fuerza laboral cada año creará o encontrará oportunidades de empleo dignas y bien pagadas. Es indispensable que aumentemos nuestras capacidades y competencias, que nos volvamos más innovadores y que abramos más nuestra economía interna a la competencia.

Para aumentar nuestras capacidades y habilidades, México requiere de un sistema educativo de verdad, no sólo de uno que tenga una cobertura total para todo aquel que quiera estudiar, sino que otorgue una educación pertinente y de calidad conforme a las necesidades de un mundo globalizado y en cambio constante. Propongámonos apoyar todas las acciones necesarias para ir construyendo este sistema educativo que requerimos.

Los países aumentan su productividad en la medida en que son capaces de hacer mejor las cosas y de crear nuevos productos y servicios que le sirvan a su comunidad y al mundo entero. La innovación y el desarrollo tecnológico deben ser áreas en las que los mexicanos debemos proponernos trabajar más y mejor, a fin de volvernos realmente competitivos.

Existen todavía importantes sectores económicos cerrados a la competencia porque están controlados por el Estado —como sería el caso de los energéticos— o simplemente porque se encuentran concentrados en muy pocas manos. Esto ha impedido que más mexicanos participen de los beneficios de esas actividades y que los consumidores mexicanos paguemos precios mucho más altos por dichos bienes. Eliminar los monopolios y abrir todos los sectores a una verdadera competencia debería ser un propósito a perseguir por todos los mexicanos.

México no puede llegar a ser un país justo y seguro en tanto la mitad de su población viva bajo condiciones de pobreza y una parte muy importante lo haga en pobreza extrema. Proponernos reducir la pobreza y eliminar la pobreza extrema debe ser un propósito de todos los mexicanos. Para ello tendremos que aceptar una transferencia temporal de recursos hacia quienes menos tienen, para financiar inversiones en salud, educación y apoyo alimenticio pero evitando generar un Estado benefactor que inhiba los deseos de superación de quienes los reciben y que genere una carga fiscal insostenible, como ha sucedido en otros países.

En el mundo desarrollado, la población participa de manera permanente en la discusión y atención de sus problemas cotidianos, y mantiene una posición vigilante sobre sus autoridades para garantizar que éstas cumplan aquello a lo que se han comprometido. Complementar nuestra democracia electoral con la democracia participativa debe ser también propósito de los mexicanos.

Por último, los que tengamos el privilegio de ser padres de familia, tengamos el propósito de hacer de nuestros hijos mejores ciudadanos y buenos mexicanos. Ésta última bien pudiera ser nuestra principal aportación a ese México próspero, justo y seguro al que todos aspiramos.

Les deseo un muy feliz 2013.

Director de Bancomext

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