Estimado lector, ¿ha visto usted alguna vez un partido de futbol americano? ¿Ha visto esa jugada donde el equipo que va a la ofensiva empuja al corredor o mariscal de campo para que pueda llegar a la zona de anotación? ¿Y ha visto cómo el equipo contrario se cierra defensivamente sobre el centro y entre todos tratan de impedir que el rival pase? ¿Y ha visto como los árbitros —las cebras, en el argot que usan los fanáticos del americano— observan, lanzan pañuelos por si hay jugadas dudosas y luego revisan la jugada durante varios minutos, que para los aficionados parecen horas llenas de angustia?

Pues algo así acaba de pasar sobre el final de la elección para presidente municipal de la capital queretana. Tras la cuestionada anotación del equipo panista, pasamos a una revisión de elección en tribunales a una anulación de elección en donde el PAN tiró el pañuelo rojo, como en la NFL, y pidió revisión de la revisión y, finalmente, una revocación de la anulación. Todo sobre el tiempo que se agotaba, pues el plazo del primero de octubre para el cambio de mando en el gobierno municipal ya se acercaba. Y así, Nava y el PAN obtuvieron un cuestionado triunfo, igualito que los Patriotas de Tom Brady, quienes han sido señalados de recibir ayuda de los árbitros en juegos clave.

Ya hemos escrito en artículos previos que el triunfo del PAN era pírrico, porque, en apariencia, perdía más de lo que ganaba. Lo que pasó en los últimos días viene a confirmar dicha afirmación, pues el triunfo navista estuvo anulado por días y estuvo latente la posibilidad de que los comicios se repitieran por una publicación en Facebook del alcalde interino Correa Sada a favor de Luis Bernardo Nava. Finalmente, las autoridades judiciales optaron por regresar a la decisión inicial y no agitar más las, de por sí, agitadas aguas de la política queretana.

Ahora, en su primera semana de gobierno, Luis Bernardo Nava tiene que superar rápidamente el trago amargo del interregno electoral desde el día de la elección hasta la resolución judicial final.

De entrada, lo que llama la atención de sus primeros días de gobierno es la conformación de su gabinete, una mezcla de panistas que parece palomeada en el Palacio de la Corregidora y con lo que se confirma lo dicho en campaña de que Nava era el delfín político de Francisco Domínguez. Por otra parte, hay que reconocer el acierto de incluir a Saúl Obregón Biosca, experto en movilidad en dicha Secretaría.

Siempre que empieza un nuevo gobierno comienza un nuevo pulso de fuerzas. En este caso, las oposiciones que desató el anterior alcalde Marcos Aguilar, de inmediato, buscan un reacomodo a favor de sus intereses. La primera prueba ya vino de la rebeldía de algunos centros comerciales que buscan echar abajo la gratuidad de dos horas en su estacionamiento.

Otro pulso vendrá con el tema de la privatización, perdón, concesión del servicio de recolección de la basura. La declaración de que se trabajará en las calles para que estén más limpias es insuficiente porque no se va al tema de fondo. Aunque en el discurso, Nava dijo que no será tapadera de nadie y su administración revisará las concesiones hechas por el anterior gobierno. En los próximos días sabremos si ésta es su verdadera intención o solo una declaración hecha para simular un cambio y que todo siga igual.

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