La educación pública universitaria es el mejor medio de ascenso social que puede existir porque permite a los jóvenes, a través de su esfuerzo y preparación, concretar proyectos de vida y lograr un desarrollo con el que además de abonar al bienestar personal y familiar, también contribuyen al progreso de su país.

Por ello es de vital importancia la calidad educativa con la que se imparte la formación universitaria y en este sentido el dinero no puede ser el factor que determine la excelencia de las instituciones privadas y públicas, como si unas fueran “de primera” y las otras “de segunda”. En México la educación pública debe ser la mejor opción y la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) ha demostrado que un joven no necesita tener dinero para contar con una excelente formación profesional.

No obstante del consolidado reconocimiento que ha logrado la Máxima Casa de Estudios de la entidad, la comunidad universitaria se enfrenta a un panorama cada vez más adverso ya que el subsidio federal y estatal son insuficientes y no corresponden al crecimiento que la institución ha tenido, pues la limitada inversión pública que recibe no alcanza a cubrir ni siquiera el pago de la nómina: en 2016, hicieron falta 300 millones de pesos más para completar ese pago y cumplir con el gasto corriente de servicios de luz, teléfono, entre otros.

Para enfrentar el panorama financiero, voces gubernamentales han deslizado que la UAQ cierre licenciaturas a las que no valoran pertinentes o productivas, sin tener en consideración la necesidad social de esos perfiles profesionales, ni calcular que con esta medida Querétaro perdería una gran riqueza de conocimiento, pues la Universidad imparte más de 30 carreras que no las ofrece ninguna otra institución pública o privada en el estado.

De igual manera, se ha sugerido a esta Casa de Estudios que aumente  las cuotas de inscripción. A esta propuesta la UAQ tampoco ha cedido, pues está consciente de que en ella se refleja la realidad de la sociedad queretana. Muestra de esto es que  66% de nuestros estudiantes serán universitarios de primera generación, es decir, sus padres no tuvieron la oportunidad de cursar una carrera profesional; 48% de nuestros jóvenes provienen de familias que subsisten con ingresos menores a 4 mil pesos mensuales y  80% tienen ingresos menores a 8 mil pesos mensuales. Por esta realidad la Universidad no puede incrementar el costo de las inscripciones; al contrario, tiene que fortalecer el programa de becas para que ningún joven abandone sus estudios por falta de recursos.

Para subsanar el déficit y no sacrificar la oferta académica ni generar mayor presión económica a las familias de nuestros estudiantes, la comunidad universitaria ha sido orillada a utilizar los ingresos que genera (por medio de la investigación, proyectos y consultorías) a la manutención de la institución, imposibilitando que esos recursos los destine al desarrollo que necesita para dar cabida a la demanda creciente de jóvenes que aspiran a formarse en sus aulas.

Evidentemente, la falta de espacios en la UAQ afecta a la población que no tiene las posibilidades económicas para solventar su educación en el ámbito privado, donde cada año los estudiantes y sus familias tienen que destinar sumas que pueden ir entre varias decenas de miles hasta los 200 mil pesos.

El subsidio que otorga el gobierno estatal a la Máxima Casa de Estudios de Querétaro es de apenas 17 mil 790 pesos anuales por alumno. Con esa cifra, la Universidad brinda una excelente educación de nivel bachillerato, licenciatura y posgrado, hace investigación, genera conocimiento, mantiene su esfuerzo de vinculación con la sociedad por medio de múltiples programas de servicio a la comunidad que ofrece en todo el territorio estatal.

Con este monto ha logrado que 98% de los maestros de tiempo completo cuenten con  posgrado; asimismo, la Universidad aporta más de 40% de los miembros que Querétaro tiene en el Sistema Nacional de Investigadores y, tan sólo en el último año, esta comunidad fue reconocida con más de 30 premios nacional e internacionales. Como en otras instituciones públicas de la entidad, los universitarios hacen un gran trabajo que se distingue por su entrega, excelencia y nobleza a pesar del precario presupuesto estatal que recibe.

En otras entidades los gobiernos están comprometidos con sus universidades y ese compromiso lo concretan al entregarles por ley el 4% del presupuesto estatal  —como es el caso de la Universidad Veracruzana— o bien, al brindar un peso por cada peso que les destina la federación —por ejemplo, la Universidad de Guadalajara—.

El gobierno queretano debe cambiar su percepción de que la Universidad es un gasto, pues es una institución que representa una gran inversión: en 2016, titulamos a 3 mil 350 estudiantes de licenciatura, maestría y doctorado; la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estima que 2 millones de pesos es la tasa  de retorno que representa cada profesionista al país, lo que significa que la UAQ genera un beneficio de más de 6 mil millones de pesos anuales.

Además, la Constitución Política del Estado de Querétaro en el Artículo 4 establece la obligación que tiene el gobierno estatal de otorgar a la Universidad “un subsidio suficiente y oportuno para el cumplimiento eficaz de sus fines”. Hoy y siempre esta comunidad universitaria ha cumplido a Querétaro y es momento de que el gobierno le cumpla también su palabra empeñada en el H. Consejo Universitario, no sólo por los más de 35 mil miembros que integran a la UAQ, sino por los más de 12 mil jóvenes que cada año no logran ingresar por falta de un presupuesto suficiente.

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