Varios expertos concuerdan en que los sistemas democráticos y de partidos están en crisis, especialmente por la falta de identidad y representatividad. La postura individualista que permea en nuestro entorno, donde el interés por crear e impulsar agrupaciones ha quedado de lado, ha sido un motor indiscutible en esa crisis, pero más aún, es la falta de apertura, cercanía y sensibilidad de los partidos políticos hacia la población.

Si bien, como lo señaló Norberto Bobbio, la izquierda y la derecha se han diluido tanto que en estos tiempos es difícil, o casi imposible, identificar con exactitud a qué ideología pertenece un personaje, grupo o sector; también lo es que el éxito de un proyecto político no se centra sólo en una disputa académica o ideológica, sino en el pilar endeble de la confianza.

Para ello, la ciudadanía busca perfiles que no se entrampen en la “politiquería”, sino que gestionen y propongan soluciones efectivas a sus necesidades.  En pocas palabras, que les ofrezcan verdadera representatividad.

Es públicamente conocido que una de las criticas más recurrentes para el PRI es la ausencia de procedimientos democráticos y de apertura. Muchas veces las decisiones se tomaban desde “la cúpula”. Ello hizo que la militancia se erosionara y, lógicamente, buscara otras opciones.  Por ello, era imperativo ser sensibles a las exigencias de la sociedad y democratizar nuestros procedimientos para la toma de decisiones.

Un partido es fuerte, en la medida que sus integrantes se sientan identificados y escuchados. Eso es lo que ahora construye el Partido Revolucionario Institucional, una organización de la militancia, para la militancia.

Por ello, es que desde el bello estado de Querétaro, hemos dado el paso a la democratización de nuestro partido.

Abrimos el proceso de renovación de los comités municipales a la elección directa por la base militante, con la que cada persona puede, de forma libre, secreta y directa, votar por quien desea lo represente en su municipio. Se trata de un hecho único que no tiene parangón en la historia reciente del partido en el estado.

Este ejercicio comenzó en Pinal de Amoles y Landa de Matamoros, con grandes resultados. Civilizadamente y sin violencia (no como sucede en otros partidos), la base militante escogió a sus representantes de forma tranquila y pacífica. Lo mismo sucedió en aquellos municipios donde, a base del diálogo, se presentaron formulas únicas en favor de la unidad.

Este ejercicio es un claro ejemplo de que nuestra sociedad está madurando políticamente. Que la mayoría de nuestros miembros optan por las instituciones antes que por la violencia, y que previo a pensar en imponer su voluntad, está siempre de por medio el diálogo y la tolerancia. Es válido tener preferencias, aspiraciones e intereses propios o contrapuestos, lo que no se vale es querer imponerlos por la fuerza.

Eso es la democracia, un ejercicio abierto, libre y tolerante, donde todas y todos tenemos voz y voto. Eso es ahora, también, el PRI.

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