Singapur, este pequeño país del sudeste asiático, con poco más de 5.5 millones de pobladores y 728 Km2 de territorio, en la década de los 70´s tenía un ingreso per cápita (150 dólares) muy inferior al de México. Pero desde 1965, en que se independizó de Malasia, ha tenido un desarrollo impresionante que en 2021 superó los 72,794 dólares, frente a 9,926 dólares de los mexicanos.

Siendo la economía 37, el nivel de vida de sus ciudadanos se ubica dentro de los primero ocho lugares del mundo.

Fue gobernado durante 30 años por un autócrata (Lee Kuan Yew), que a diferencia de los latinoamericanos, incluido México, hizo crecer su economía al 8% anual, generó empleo a partir de la creación de empresas productivas; invirtió en el factor humano: educación, salud y vivienda; desterró la corrupción; creó una clase política honesta; abatió la delincuencia e inseguridad; eliminó la impunidad; garantizó la inversión nacional y extranjera; transformó los sectores industrial, comercial, de servicios, turístico, especialmente el portuario y aeroportuario, etc. Ahora su proyecto es transitar del país más caro, al más inteligente. Es líder en nivel y calidad educativa.

La comparación viene a cuenta porque los mexicanos estábamos mucho mejor y ahora estamos mucho peor por malas decisiones, porque no sabemos qué hacer para progresar. Lo único que muchos tienen claro es que si seguimos por el camino del populismo vamos al desastre. Y para evitarlo creen necesario sacar a AMLO y a su mafia del poder. Como si el progreso viniera automáticamente, lo cual resulta falso. La pregunta es ¿Qué sigue; qué hacer para salir del marasmo populista?

Sí, es importante acabar con el modelo corrupto y decadente de la 4T que subordina las leyes económicas a los afanes ideológicos y caprichos autoritarios del presidente; ataca a la libre empresa y exacerba el estatismo; centraliza el poder en una persona; somete la democracia y las leyes a su personalísima voluntad; vuelve inoperante y corrupta a la administración pública; empobrece a la población y compra su voluntad y lealtad con dádivas, etc.

Tan importante como acabar con esto es ponernos de acuerdo en definir y construir un modelo propio, a nuestra medida, acorde a nuestros principios y valores, que garantice justicia, paz, orden, desarrollo armónico; eleve el nivel y la calidad educativa; que acabe con la inseguridad pública y jurídica; logre mayor equidad social, e inserte al desarrollo al 60% de los mexicanos que vive en pobreza…

Esta es una tarea del Estado, no del gobierno, como pretende AMLO, por lo cual la sociedad tiene un papel fundamental que parte de trabajar por la reconciliación y la unidad, sin la cual ningún proyecto de desarrollo es posible, sólo la distopía populista lopezobradorista.

No podemos imitar estrictamente el modelo de Estados Unidos o Singapur; y, menos aún, los fracasados y anquilosados socialismos de Cuba, Venezuela o Nicaragua, que coartan las libertades, empobrecen, controlan totalmente y expulsan a su propia población.

El modelo debe ser propio y su eje debe ser humanista e involucrar a todos en la construcción y goce del bien común. El primer paso fue la marcha, pero debe continuar para tender puentes, generar diálogo y construir acuerdos. Y no será posible sin superar los protagonismos de algunos líderes y de grupos del viejo régimen que se visten de sociedad.

Periodista y maestro en seguridad nacional

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