Trump está destruyendo su país y ahora quiere destruir el planeta. Estoy seguro de que una gran mayoría de mexicanos y pobladores de distintas latitudes del mundo, si pudieran, lo denunciarían.

En el 2014 tuve la oportunidad de culminar mi doctorado en derecho con una tesis dedicada a la investigación sobre el medio ambiente y el cambio climático. Pude entender a fondo el drama que vive nuestro planeta, el único que tenemos y el que les vamos a dejar a nuestros hijos, sin retórica.

Trump anunció la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, dejando atónitos a diferentes líderes mundiales que saben que es el segundo país, luego de China, que contamina más, pudiendo generar una salida masiva de muchas naciones de este compromiso internacional. Para bien, no ha sido así. Sin embargo, a pesar de ello, el habitante de la Casa Blanca, bajo el pretexto de que el cambio climático no es real y que frena la industria y la economía de su país, comenzó a tomar medidas que atentan claramente contra la humanidad.

Denuncié a Trump en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, no por que se haya retirado del Acuerdo de París, ya que todo Estado tiene el derecho soberano de salirse de un tratado internacional; no obstante, este ser inhumano emitió una orden ejecutiva en donde disminuye en 70% las regulaciones y medidas a la emisión de gases invernadero.

Expliqué al embajador de México ante la OEA, que el medio ambiente y el cambio climático de acuerdo con la Comisión de Derecho Internacional de ONU, son considerados una "Ius cogens", es decir, una norma imperativa internacional, que no depende de los pactos, tratados o de la voluntad o consentimiento de las partes que contratan, como lo es el Acuerdo de París, sino que es un derecho humano de orden global que deben respetar todas las naciones, estando o no en los tratados.

Sería tanto como decir que un país cualquiera se sale de la Convención de Derechos Humanos, porque en su territorio retomarán la práctica de la esclavitud, la discriminación y la trata de personas. Es evidente que no podría, so pretexto de reiterarse, tener una postura así, ya que los derechos humanos son irreservables e irrenunciables. Así sucede con el cambio climático.

Pedí a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que emita recomendación al gobierno de Estados Unidos y a Trump, para que mantenga las regulaciones de emisiones de dióxido de carbono en los niveles existentes, como un derecho adquirido, toda vez que esta contaminación no se queda en su territorio y afecta la región y, literalmente, el mundo.

En el Congreso me buscó la etnia Tohono O'Odham con 500 habitantes del lado mexicano y, cruzando el río Bravo, con 30 mil del lado de Estados Unidos entre Sonora y Arizona; ellos están siendo gravemente afectados por la política ambiental de Trump y la construcción del Muro, que les representa poner en peligro a más de 900 especies animales que cruzan de un lado a otro, generando contaminación y además una huella de 1.9 billones de toneladas métricas de carbono que agudiza la problemática relativa al calentamiento global.

Aquí es donde materializo a víctimas determinadas que tienen agravios personales y directos, pero además presenté pruebas de orden científico que demuestran afectaciones concretas que Donald Trump causaría, de no regular sus emisiones contaminantes.

En la Comisión me otorgaron el número P-1220-17 de entrada a la denuncia, para que durante dos años podamos subir al portal de Internet más pruebas, hechos concretos y, desde luego, más denunciantes. Así lo haremos.

Más allá que algunas voces nos acusen de "protagonistas", de hacer "circos" o de "mediatizar", debo decir que conozco el problema a fondo y, hoy además de criticar, hay que actuar. Éstas acciones sólo en el futuro se comprenderán en su justa medida.

En el Congreso me han aprobado tres iniciativas sobre cambio climático; una de orden constitucional muy relevante y de la que hablaré en un futuro artículo. Estamos actuando.

La mente brillante de Stephen Hawking dijo: "Estamos cerca del punto de inflexión donde el calentamiento global se vuelve irreversible. La acción de Trump [de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París] puede llevar a la Tierra al borde del precipicio, en el camino de convertirse en un planeta como Venus, con una temperatura de 250 grados y lluvias de ácido sulfúrico”. ¡Qué grave!

Finalmente, sin idealismos hay que pelear por aquello que creemos; hay ideas gigantes que son difíciles de explicar a mentes pequeñas. Confío que todos comprendan todo lo que nos jugamos. Diría Lennon: "You may say I'm a dreamer, but I'm not the only one".

Diputado federal.

@BraulioPRI

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