Los hechos

“Un policía me agredió, le decía que no me pegara y que no le hiciera nada a mis hermanos, yo quería saber qué pasó, entonces el policía me dejó de golpear y escuché balazos, empecé a sentir que me salía sangre, le pedí a los policías que no me dejaran solo, que tenía familia, me gritaban ‘ojalá y te mueras’. Me llevaron detenido al hospital y ahí me enteré que mataron a Goyo y a Claudio”.

Este testimonio es parte de la historia de cinco indígenas Tének que, a causa de la pandemia, se vieron obligados a dejar su empleo como guías turísticos en el Sótano de las Golondrinas —corazón de la Huasteca Potosina. Migraron en familia a Monterrey para trabajar como albañiles, en los primeros días de septiembre.

Felipe, Jaime, Venancio, Claudio y Gregorio se encontraban en el predio donde realizaban los trabajos de albañilería, terminada su jornada bebían unas cervezas mientras conversaban al interior del cuarto que les prestaban para quedarse a dormir.

A la una de la mañana del 26 de septiembre, cuando Claudio y Gregorio salieron a la vía pública, llegó una patrulla de la Policía Estatal con la matrícula FC-2088, descendieron dos elementos policiacos que, sin cruzar palabra, comenzaron a forcejear con ellos: los golpearon, los sometieron, les ataron las manos y, amarrados, los siguieron golpeando.

Felipe, Jaime y Venancio escucharon los gritos de auxilio. Salieron y encontraron a Claudio y Gregorio amarrados, todavía con vida. En cuanto los vieron, los policías también los agredieron a golpes y balazos.

Felipe perdió el conocimiento por un golpe en la frente, Jaime recibió disparos en la pierna y en la zona de las costillas, y Venancio recibió en el cuello. Durante las dos siguientes horas, llegaron más policías y ambulancias. Fueron puestos a disposición del ministerio público y hoy se sabe que los paramédicos declararon muertos a Gregorio y Claudio en el lugar de los hechos.

La Fiscalía de Nuevo León no legitimó los engaños de la policía e inició una investigación seria. Esta semana, fueron vinculados a proceso dos policías implicados. El Gobierno de Nuevo León ha optado por decir que las familias tendrán todo el apoyo, además de eso es relevante que tengan voluntad política de colaborar con la Fiscalía y respetar su autonomía.

La trampa

Habrá quien argumente que, por hechos como este, el Ejército debe seguir con el control de la seguridad. Pero estos hechos son reflejo de que, si la seguridad pública se basa en un modelo militarizado y carece de mecanismos de rendición de cuentas, el resultado no es la justicia, sino la muerte de inocentes.

Mientras las policías continúen reclutando militares en retiro y su entrenamiento sea militarizado, seguirán ocurriendo ejecuciones extrajudiciales como los hechos de Monterrey o la utilización de armas letales para reprimir una manifestación, como sucedió con la protesta de mujeres en Cancún.

La solución federal

La Corte admitió el amparo de México Unido contra la Delincuencia frente a la Ley de la Guardia Nacional que incluye una deficiente regulación del uso de la fuerza. ¿Y si el Congreso Federal repara su falta y modifica la regulación sin esperar un día más? Los legisladores encabezados hoy por Ricardo Monreal deberían comprometerse con las víctimas y enmendar sus errores legislativos en la materia, antes de que tengamos más muertes y agresiones a mano de quienes debieran protegernos. Limiten el uso de la fuerza y reviren los métodos militares para la seguridad civil.

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