Cada vez son más las ocasiones en las que tengo la sensación de vivir en un océano de información que varía constantemente su temperatura y está a merced de los vientos de un mundo globalizado. Es inevitable sentirlo cuando utilizas la tecnología como una herramienta para la comunicación y más aún cuando de economía y finanzas se trata. Está uno obligado a ver, leer y escuchar diversos puntos de vista que permitan ampliar o consolidar el criterio y la opinión personales sobre los diversos temas. Sin embargo, es un golpe de realidad constatar que vivimos un proceso de aprendizaje permanente en una serie constante de cambios en el entorno, lo que nos obliga a intentar navegar en ese mar turbulento e intentar comprender, interpretar y utilizar la información en nuestras distintas decisiones en nuestros respectivos ámbitos de competencia.

La economía global es uno de los temas que absolutamente todos los días está en los distintos medios de comunicación tanto locales, nacionales como internacionales. Particularmente ha adquirido mayor relevancia por las características que los diversos países y sus gobiernos les van otorgando a partir de sus políticas y posturas, que hoy presentan un contexto diferente que viene modificando de nuevo la relación entre potencias mundiales, la participación de países desarrollados, así como de las economías emergentes y de manera especial, el rezago en aquellos lugares donde apenas se vislumbran oportunidades para que la gente pueda aspirar a una vida digna. Desafortunadamente los factores que afectan a la economía son múltiples y variados, de manera destacada lo son los riesgos geopolíticos que han caracterizado a la humanidad y parecieran surgir y resurgir al paso del tiempo una y otra vez.

Los retos en materia económica siguen siendo ancestrales: El combate a la pobreza extrema y la a desigualdad. Pero, ¿qué diferencia existe entre ambos conceptos? La pobreza extrema es la falta de recursos de una persona o una familia para satisfacer necesidades básicas. Se combate con acciones que permitan el acceso a recursos económicos para permitirle a la gente adquirir a bienes y servicios muy básicos. La desigualdad es mucho más profunda, implica la imposibilidad de una sana distribución de los recursos, no solo ante factores estrictamente económicos, sino también culturales, raciales, ideológicos e inclusive religiosos. Mucho tiene que ver con temas como acceso a servicios de salud, de educación y de alimentación. Las personas que desde la infancia carecen de estos servicios básicos, tienen una amplia probabilidad de fracasar en su crecimiento y desarrollo tanto físico como mental y con ello estar imposibilitados para desarrollar capacidades y desempeñar tareas que puedan mejorar su economía personal. La desigualdad es un problema de carácter macroeconómico y social, mientras la pobreza, pareciendo ser una consecuencia de la primera, ambas pueden generar círculos viciosos que llegan a cancelar, no solamente las expectativas de vida, sino ponen en riesgo la propia esperanza de vida, acortándola de tal manera que muchos seres humanos mueren antes de superar la infancia, algo terrible.

Hoy día, ante la ineficacia de los modelos económicos conocidos, se vislumbra indispensable repensarlos para enfrentar nuevos retos que el futuro pareciera traer con cambios como el climático, la robótica y la nuevas maneras de hacer negocios, entre muchos otros, buscando enfrentar ese par de monstruos que son la pobreza extrema y la desigualdad, en especial si aspiramos a darles a las nuevas generaciones, la oportunidad de vivir y seguir construyendo y realizando sueños a lo largo y ancho de la geografía, así como en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

Twitter: @GerardoProal

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