Muy preocupante el debilitamiento del sistema de pesos y contrapesos políticos en el país. La victoria de Andrés Manuel López Obrador, acompañada de innumerables triunfos electorales de Morena a los poderes legislativos federal y estatales, el silencio de los seguidores del presidente electo ante los cambios radicales de su posición frente a temas y promesas de campaña, la actitud servil de varios de los medios de comunicación con mayor penetración a nivel nacional, la posición sumisa de los empresarios más importantes del país, la mediocridad de los partidos políticos de oposición y la posibilidad de que López Obrador sí cumpla con algunas de sus propuestas de campaña ponen en grave riesgo el equilibrio de poderes que debe existir en cualquier democracia.

Desde finales del siglo XVIII, cuando el barón de Montesquieu planteó la importancia de establecer límites al poder, múltiples pensadores y expertos en gobierno han señalado la importancia de establecer un sistema de pesos y contrapesos políticos y legales al poder. Un sistema que acote la acumulación de poder para que la nación no quede sometida a los caprichos de gobernante alguno o que caiga en manos de un dictador.

En este sentido, México cuenta con un sistema de gobierno dividido en tres poderes —ejecutivo, legislativo y judicial— y con instituciones autónomas, como son el Banco de México, el INAI, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, el Instituto Nacional Electoral. Instituciones que han hecho un contrapeso importante e indispensable sobre las decisiones y acciones de los distintos poderes. En suma, México ha venido avanzando, lentamente, en la dirección correcta.

Lamentablemente, hoy vis-lumbro un grave retroceso, ya que pareciera que ese sistema ha sido debilitado. Hoy preveo un poder legislativo al servicio del poder ejecutivo; la mayoría morenista en ambas Cámaras legis-lativas federales podrá determinar los cambios que se proponga a las distintas leyes generales y federales; podrá asignar a su contentillo el presupuesto federal.

Con respecto al Poder Judicial de la Federación, concretamente a la Suprema Corte de la Nación, López Obrador ya la descalificó hasta el insulto. Veremos si la somete o si se hace valer su fuerza constitucional. Tocante a ciertas instituciones, como el INAI, tenemos que Amlo también lo descalificó y señaló que su costo de operación era un despilfarro innecesario. Si además observamos que pretende una Procuraduría General de la República encabezada por alguien propuesto por él, podemos suponer que dicha dependencia continuará procurando justicia de manera selectiva.

Decepcionante es observar cómo los votantes de Morena, que en su momento defendieron hasta con argumentos irracionales las propuestas de Amlo, hoy callan ante las declaraciones y acciones que rompen las promesas de campaña. Hoy esos sonoros defensores guardan un silencio sepulcral. El caso de los incrementos a los precios de la gasolina es un ejemplo; el retiro de las Fuerzas Armadas a los cuarteles o la disminución de la inseguridad son otros ejemplos.

En lo que toca a los contrapesos que debiera presentar la sociedad civil organizada, el panorama también es terrible. Hoy podemos observar a algunos medios de comunicación al servicio del presidente electo. No lo tocan ni con el pétalo de un señalamiento. Hoy son ellos quienes se han amordazado. Qué lamentable. Hoy también podemos ver cómo empresarios que durante la campaña fueron duros críticos del entonces candidato morenista se doblan.

Así las cosas. Lo que México requiere es participación decidida, frontal y generosa de la ciudadanía en la vida pública del país. Hoy el actuar de la sociedad civil de manera organizada y firme representa al único contrapeso que puede evitar que México sea gobernado por un dictador.

Fuente de los deseos. Ojalá los mexicanos nos demos cuenta de que contar con un sistema de pesos y contrapesos efectivo es indispensable. Ojalá nos demos cuenta de que el único contrapeso que puede evitar que eso ocurra es el actuar de la sociedad civil organizada.

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