De vez en vez, la vida suele sorprendernos. Desde el mismo momento del nacimiento, comenzamos a realizar un cúmulo de registros a través de nuestros sentidos. El gusto, la vista, el tacto, el oído y el olfato. Cada uno de ellos comienza a realizar un permanente aprendizaje que puede llevar la vida entera, pero que desde ese inicio, nos permitirá saber qué nos agrada y qué no, así como lo más significativo de todo: tejer nuestros más valiosos vínculos con las personas cercanas para construir el enorme baluarte del amor filial. Así, con los padres, los hermanos, los abuelos, los tíos cercanos y más, se forma esa raíz que alimentará el árbol de la comunidad que formamos.

Tal vez el más silencioso y discreto de estos pequeños milagros cotidianos, tiene que ver con el olfato. Los aromas y los olores forjan cadenas indisolubles que nos mantendrán unidos con nuestros seres queridos, siendo esto una de las mayores fortalezas para enfrentar los retos que nos deparen los caprichos de la realidad cotidiana.

Más adelante, habrá otros aromas que nos irán ampliando esa red de registros en la memoria en la mente y en el corazón. Los olores de platillos que día a día se preparan en el hogar, de padres, abuelos, y más adelante en la de la familia que decidamos encabezar, inclusive en casa de nuestros hijos, con el toque particular de la familia que ellos forjarán en el inevitable relevo generacional que caracteriza a los seres vivos. Cada uno de esos aromas adquieren un valor colectivo.

En otro momento, aromas y olores fueron alterando nuestros sentidos de manera más íntima, más individual, ligados también al amor, pero de una manera más sensual y provocativa. Ahí, las feromonas que producimos los seres vivos hicieron su tarea selectiva biológica para acercarnos con una pareja con una fuerza mayor a la que ejercen los otros sentidos.  El ser humano, ha buscado provocar ese mismo efecto que la biología, pero a través de los perfumes y las esencias que se suman que por naturaleza tenemos.

Desde niño, por razones del negocio familiar, he estado vinculado a las lociones y los perfumes. Durante muchos años después continué con el negocio de la perfumería, y a pesar que ya han pasado otros muchos años de haberlo dejado atrás, conservo muchos recuerdos de algunos. Más allá de las modas y las marcas que han desfilado, unos pocos han quedado como tinta indeleble en mi memoria junto con momentos y eventos finalmente memorables.

Hoy, al paso del tiempo, hay aromas que causan el mismo efecto, aunque detonan también consigo una nostalgia inesperada. Aparecen sin previo aviso y nos transportan en el tiempo y la distancia, provocando una sonrisa e inexplicablemente dando vida de nuevo a quienes ya no están; algunas ocasiones regresan sueños que jamás fueron realidad  y algunas otras veces le dan espacio a nuestra imaginación para crear fantasías de amores que no fueron.

Al final del día, es un privilegio el contar con aromas para convertirlos en reacciones positivas para los sentidos y la magia de la memoria, la que nos permite vivir otra vez esos momentos que seguramente se sumarán a los que aún no han ocurrido en la vida de cada uno, en cualquier lugar del mundo, incluido este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

@GerardoProal

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