La percepción de inseguridad ha comenzado a estudiarse por diversas disciplinas de las ciencias sociales, en las que se han realizado investigaciones empíricas y se han elaborado hipótesis y teorías sobre sus causas y efectos.
La percepción de inseguridad se define como “la perturbación angustiosa del ánimo que se deriva de la diferencia entre el riesgo percibido de ser víctima de un crimen y la victimización de hecho”, es decir, la percepción que una persona tiene de ser víctima de un delito, independientemente de la probabilidad de serlo.
En México, ha repercutido en que las personas dejen de realizar actividades cotidianas, lo que inhibe la posibilidad de generar cohesión social y, en algunos casos, genera otros problemas públicos de mayor envergadura.
Algunos analistas han referido que la percepción de inseguridad también tiene que ver con la forma de gobernar del presidente de la República. Se ha desgastado por querer imponer su voluntad y termina decepcionando a la sociedad.
Gobernar requiere algo de conocimiento, mucho de negociación y una poca de idea. El Ejecutivo es autoritario. Eso le otorga la sumisión de quienes no tienen otra opción y el rechazo de aquellos con horizontes más amplios.
El presidente piensa que se pueden reducir los gastos sin tener un costo por ello. Hackearon la Secretaría de la Defensa Nacional y hubo filtraciones del grupo de activistas, que vulnerando la seguridad de la Sedena distribuyeron infinidad de información reservada y que podría contener información comprometedora.
A pesar de lo evidente, el presidente minimiza cada mañana la información que pudiera darse a conocer públicamente.
Esta delicada situación, fue provocada por la disminución de presupuestos, que viene desde noviembre de 2019, cuando se publicó la Ley Federal de Austeridad Republicana. Cuando menos los dos primeros años del sexenio, la Sedena no tuvo presupuesto para comprar antivirus.
El Presidente no entiende que lo que sucedió es una violación a la seguridad del Estado, de mayor prioridad para la seguridad nacional. El autoritarismo e ignorancia del presidente le hacen creer que sus proyectos le darán algún resultado. Que quienes hoy reciben puestos y dinero de su parte le seguirán siempre agradecidos. No es así. Se puede destruir, sin duda, como lo ha hecho, pero no se sientan bases para lo que sigue. No darse cuenta de que el tiempo se agota, y de que todo poder es transitorio, puede ser su último error.
Sin una idea clara de en qué dirección moverse, sin conocimiento de las estructuras y redes de gobierno, reventando aliados a cada paso, el margen de maniobra se ha estrechado demasiado. Ha puesto en riesgo a su principal soporte, el Ejército, al obligarlo a realizar actividades que no le corresponden, al ponerlo frente a la sociedad, al depender de un secretario frívolo y ambicioso, que ha ido perdiendo el respeto de colegas y subordinados. No cuenta ya con una administración pública, en el sentido que se quiera. No tiene ya dinero disponible. No tiene resultados.
Lo anterior, influye en la percepción de inseguridad y no sólo afecta la calidad de vida de las personas, sino que también influye en su percepción sobre el sistema democrático. En los lugares más violentos existe mayor aversión política y baja participación electoral.
La percepción de inseguridad es un problema público que vulnera la calidad de vida. En México, según cifras del Inegi en encuesta aplicada entre marzo y abril, 75.9%, de las personas se sienten inseguras, y esto ha repercutido en que dejen de realizar actividades que inciden en limitar el esparcimiento social e inhiben la posibilidad de generar cohesión social, y en algunos casos genera otros problemas públicos.
Expresidente municipal de Querétaro y ex legislador. @Chucho_RH