Iniciamos ya el segundo mes de este año que esperábamos fuera ya diferente a los dos previos, pero parece que seguirá siendo bastante similar, por lo menos varios meses en tanto la pandemia no ceda espacio para permitirnos regresar, aún con los cuidados preventivos necesarios, a una movilidad mayor y a la oportunidad de reunirnos más allá de círculo inmediato, tanto de afectos como de trabajo. Este mes que celebra el amor y la amistad, tiene ya de suyo una importante acumulación de expresiones de afecto que no se han podido manifestar a lo largo de este tiempo en el que hemos modificado hasta la manera de saludar para establecer una sana distancia que poco a poco se va asumiendo como un hábito de urbanidad y educación cuando nos encontramos con personas que conocemos y que estimamos.

Dicen los poetas que no logran saber a donde se van los besos que no hemos dado y los abrazos que se quedan en mera intención, así como el deseo y la necesidad de manifestar el aprecio y el cariño que sentimos por otros.

Pareciera que el corazón, símbolo de las expresiones de este mes en particular, ahora pareciera como el de esta imagen, un lindo capricho de la naturaleza que nos muestra su forma, pero que mantiene muchas espinas que le protegen y que inhiben la intención de abrazarlo.

A pesar de todo, tal vez sea oportuno hacer un balance de gran ahorro que hemos debido hacer, durante dos años en materia de expresiones amorosas y afectivas, de tal suerte que quizá en un tiempo que pronto vendrá, podamos hacer uso de este patrimonio para reconstruir los vínculos que no hemos logrado nutrir y lograr que se recuperen pronto, a todo lo ancho de este planeta y en algún rincón de la campiña donde encontré esta penca enamorada, en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

@GerardoProa

Google News