La semana pasada inició con la noticia del atentado en el reconocido maratón de la ciudad de Boston. De lunes a viernes los medios del mundo dieron información de las autoridades y, en paralelo, se hizo patente un ejercicio de los usuarios de las redes sociales con una forma de participación que seguramente dará mucho para el análisis posterior.

Después de los hechos que causaron la muerte de tres personas y más de un centenar de heridos, las policías locales y el FBI iniciaron su trabajo conjunto que mostró un impresionante despliegue tecnológico y eficacia en la investigación que pasó por el análisis pericial especializado en los laboratorios de Quantico de cientos de evidencias recogidas del lugar, el uso de programas de identificación facial en videos tomados a multitudes, la organización del sistema de telefonía 911 y el análisis profesional de cientos de videos con los que se logran los primeros acercamientos para identificar a los responsables.

Pero de todo este trabajo destaca la decisión de las autoridades para pedir ayuda a la ciudadanía y la respuesta de ésta.

El análisis de los videos recabados en la zona y de los enviados por los ciudadanos, tenía la experiencia de los atentados en Londres del año 2005; la minuciosa labor de un centenar de policías tenía una competencia inusual en los propios ciudadanos que por su cuenta también recolectaban videos y buscaban imágenes de sospechosos del ataque.

Indudable presión a la autoridad que decide divulgar las primeras fotografías solicitando el apoyo social, a pesar del riesgo valorado de que los responsables podrían huir o hacer otro atentado.

La decisión funcionó y cambió un comportamiento social de competencia ciudadana por una estrategia de colaboración. La alta tecnología recibió el apoyo de la gente con las llamadas telefónicas que permitieron ubicar a los hermanos Tsarnaev; Tamerlan, muerto en la acción de su detención, y Dzhokhar, detenido el viernes en una entrega negociada con la policía.

Esta conciencia para resolver un problema común, orquestada por los gobiernos nacional y local, debió estar presente en los ciudadanos cuando se les pidió no salieran a la calle, o en el operativo de búsqueda que implicó allanamientos de domicilios, el aseguramiento de evidencia propiedad de particulares y la decisión de no leerle sus derechos al detenido para que no se acogiera a su derecho de no declarar (estado de excepción a la vigencia de derechos civiles, decretado por el presidente en situaciones de terrorismo que amenazan la seguridad nacional a partir del atentado frustrado en Times Square, Nueva York, en mayo del 2010).

La actuación de la autoridad partió del hecho de reconocer la situación y aceptar que no tenían mayor información, que lograrían la captura de los responsables y que necesitaban de la ayuda social. Con apariciones frecuentes en los medios se construyó la constante de información seria, congruente, con respeto.

Los ciudadanos promovieron en las redes sociales una forma de participación que deberá motivar el análisis policial desde las perspectivas sociológicas: hacer la competencia a la autoridad para investigar.

Qué importante es que las autoridades estén atentas al actuar ciudadano cuando se presentan hechos de impacto que conmocionan la conciencia colectiva; es una lección para que las afirmaciones de “estamos investigando” no sean frases manidas, sin estrategia; recursos verbales por no saber qué hacer. Ahora ya sabemos que la participación ciudadana también ayuda a diseñar estrategias eficaces de investigación policial.

Coordinador de la Licenciatura en Ciencias de la Seguridad. Ex Procurador de Justicia

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