Aunque el grito que nos ha unido en la lucha feminista es “ni una más”, con pesar y tristeza vemos que la frase que se repite cada día es: “otra más”.

El caso de Debanhi, como muchos otros en el país, ha tocado los corazones de las y los mexicanos, volviendo a poner el tema de la violencia feminicida en el centro de la opinión pública, no como un fenómeno aislado o esporádico, sino como una constante que ha sido olvidada y minimizada por las autoridades.

En medio de las investigaciones por el caso de Debanhi, surgen los reclamos de siempre: justicia para las víctimas y sus familiares, que se esclarezcan los hechos. Pero también persisten situaciones reprobables que se repiten hasta el cansancio y que abonan a la impunidad. Errores en las investigaciones, en la cadena de custodia o la recolección de evidencias, son el común denominador en casi todos los asuntos.

Es alarmante que, en medio de la búsqueda por esta joven, se hayan encontrado restos de otras cinco víctimas mujeres que, hasta la fecha, se desconocía su paradero. Justamente, hace tres semanas que vivimos un episodio lamentable en nuestro estado de Querétaro, con el ultraje y muerte de la pequeña Victoria quien, a manos de un ser despreciable y perverso, perdió la vida de forma incalificable e inhumana. Y es que la violencia feminicida y de género sigue creciendo.

Las estadísticas son alarmantes y se han vuelto incontrolables.

Así como Debanhi y Victoria, cientos y miles de mujeres han perdido la vida solo por el hecho de ser mujeres. Víctimas de la misoginia y las mentes retorcidas de seres despreciables que ven en la mujer un objeto sexual para satisfacer sus más bajos instintos, o que nos consideran “inferiores”.

A consecuencia de este último hecho, se realizaron manifestaciones en varias entidades de la república. No obstante, los gritos caen en oídos sordos, ya que las autoridades, en cualquiera de los tres niveles, son incapaces de atender la demanda social.

Las omisiones de las autoridades, su falta de profesionalismo y el desinterés por detener estos hechos o esclarecer los existentes, ponen en duda la legitimidad del Estado para brindar a las mujeres el mínimo de seguridad que requieren.

El tema está escalando a otros niveles y ha llamado la atención de organismos internacionales. Desde la Comisión Internacional de los Derechos Humanos, quien de la mano de su delegado federal está apoyando a los familiares de Debanhi para conocer la verdad de los hechos, hasta el Comité de Derechos Humanos de la ONU, que reprobó a nuestro país en los mecanismos de protección y acceso a la justicia de las víctimas.

Así se volvió a conmemorar otro día 25 de mes. Con la violencia de género en su máxima expresión y con más y peores casos de abuso a las mujeres.

Por todo ello, es imperativo tomar cartas en el asunto. Implementar una política real de protección a la mujer, apoyo incondicional a las víctimas y a sus familiares y, sobre todo, protocolos efectivos de aplicación obligatoria que no sólo permitan conocer la verdad de los hechos, sino prevenir la escala de violencia que diariamente sufren miles de mujeres.

El reclamo debe ser contundente y claro: Ya basta, ¡ni una víctima más ni una mujer menos!

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