Imaginen por un momento que se encuentran frente a la esposa de Julio César Mondragón, estudiante de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, alumno que fue asesinado y desollado el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, y pudieran decirle que después de prácticamente siete años existe una posibilidad de llevar a juicio a uno de los principales responsables no solo de la muerte de su esposo y padre de su hijo, sino de una de las mayores atrocidades a cargo del Estado en complicidad con el Ejército Mexicano y el crimen organizado. Creen que después de casi una década de exigir justicia y transparencia en el caso de los 43 normalistas, ¿no se sumarían a la promoción y ejecución de un ejercicio que puede resultar en la tan esperada justicia histórica?

O en su defecto, busquen dentro de su familia o en el peor de los escenarios en un caso propio, donde debido a la ambición desmedida de un personaje el patrimonio de su familia fue prácticamente aniquilado y por consecuencia fueron y seguimos siendo arrastrados a una crisis económica brutal que pareciera no terminar, mientras los culpables de esta situación viven en la cómoda impunidad de no ser castigados por un atropello que condenó a varias generaciones de mexicanos y mexicanas. Si usted, estimado (a) lector (a) pudiera llevar ante la justicia al responsable de lo mencionado en este párrafo, ¿no lo haría?

Ahora imaginen que viven en San Fernando, Tamaulipas, lugar manchado de sangre durante el sexenio comprendido de 2006 a 2012, poblado donde un cartel del narcotráfico que actuaba con el consentimiento del presidente en turno, ejecutó por la espalda a un total de 72 personas, 58 hombres y 14 mujeres inocentes provenientes de Centro y Sudamérica que posteriormente fueron apilados sin vida a la intemperie para acelerar de este modo su proceso de descomposición. No podemos dejar de mencionar que este mismo genocida es responsable del baño de sangre en el que se encuentra el país hasta la fecha, el respaldo al narcotráfico por parte de este personaje fue vital para fortalecer sus redes y estructura como organización delictiva. Si ustedes pudieran sentar en la silla de un tribunal al responsable de todo esto, ¿impulsarían el próximo ejercicio de consulta?

Por último y no porque los casos falten, sino porque la rabia corroe cada una de estas letras y con franqueza la brutal fuerza del Estado ha sido culpable de una innumerable cantidad de atropellos al pueblo mexicano, les invito a que el próximo 1 de agosto seamos Acteal, seamos Aguas Blancas, San Salvador Atenco, Nochixtlán, Tlatlaya, Ecatepec, Ciudad Juárez y cualquier lugar del país en donde la justicia esté ausente gracias a la impunidad que caracterizó al viejo régimen y por vez primera en un acto de conciencia colectiva demos el SI para que por fin veamos a los grandes traidores del pueblo sentados en espera del castigo que merecen.

Nunca más debemos permitir que la justicia sea solo una palabra para aquel que quita una vida o condena miles de ellas, el 1 de agosto podemos hacer historia y hacer que la dignidad sea la que vote en cada una de las urnas que serán colocadas a lo largo y ancho del país.

Google News