En la relación entre poderes en una democracia es poco frecuente que alguno de ellos tome acciones adelantadas pero sucede. ¿Por qué ayer el coordinador de Morena y presidente de la Jucopo adelantó los pasos para aprobar fast track el  Plan B de la reforma electoral mientras que el presidente de la República anunció en su conferencia mañanera que el día de hoy la presentaría el Secretario de Gobernación en ese espacio? Para abonar al desconcierto, horas más tarde, el Secretario de Gobernación acudió a la Cámara de Diputados a presentar formalmente la iniciativa.

El proceso es producto del rechazo de la oposición a la iniciativa de reforma constitucional en materia electoral del presidente, lo que, al parecer, obligó al Ejecutivo a intentar una reforma de leyes secundarias denominada Plan B para cuya aprobación no se requieren dos tercios sino la mitad más uno de las y los diputados presentes en la sesión; una cifra que no tiene Morena sin sus aliados.

La semana pasada estaba programada la presentación en pleno de la reforma constitucional y se pospuso porque Morena no contaba con los dos tercios requeridos ni tampoco con el voto de sus aliados para el presunto Plan B.

Aquí he explicado que a esos partidos no les convienen ciertas partes de la reforma constitucional, en particular la reducción del financiamiento público pues se quedarían sin recursos para operar cotidianamente; ni la también drástica reducción de las representaciones políticas federal y en los estados. El ajuste propuesto a la baja en el número de curules en el Senado, en la Cámara de Diputados y en los congresos locales y el sistema de asignación de los representantes por el principio de proporcionalidad propuesto claramente tiende a dejar sin participación en la representación política a los partidos menos votados, como el PT y  PVEM.

Morena tiene 203 curules, el PT 33 y el PVEM 41. Para llegar a 251 votos Morena necesita 48 votos de sus bancadas aliadas; todos los del PVEM y algunos del PT, todos los del PT y algunos del PVEM o algo intermedio.

Al momento de escribir este texto aún no iniciaba la sesión convocada para votar el   Plan B, sin embargo, ha trascendido que tanto el PT como el PVEM votaron en contra del orden del día que establecía una primera sesión para la votación de la reforma constitucional y una segunda para la legal. Así las cosas, cabe preguntarnos cómo negociarán, en un plazo muy breve, los votos de los grupos parlamentarios aliados si, por lo visto, en la iniciativa presentada por el secretario de Gobernación no hay nada que los beneficie. Según la racionalidad política las bancadas de esos partidos no acompañarán la reforma constitucional que los perjudica y ahora están en condiciones de negociar la reforma legal si y sólo si en algo les beneficia y esto, no parece ser el caso.

Seguramente esa negociación ya rebasó los muros de San Lázaro y ahora en Palacio Nacional estarán analizando qué darle a las dirigencias del PT y el PVEM que desde hace ya largo tiempo están acostumbradas a ese tipo de negociaciones con los partidos en los poderes locales y federal.

El perfil de un sistema electoral que hemos construido con tanto esfuerzo y que funciona adecuadamente no debe ser objeto de un mercadeo político que no tiene ningún sentido. Se trata, sin duda, de caprichos autoritarios de quien busca, a toda costa, aferrarse al poder.

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