La concentración del pasado 18 de marzo convocada por el presidente de la República permite hacer una reflexión acerca del estado de la política en el México actual. Si bien el debate se ha centrado en los conteos oficiales de asistentes y en el uso de recursos públicos para la movilización de personas, hay otra reflexión que considero más relevante.

Imágenes de diversos medios de comunicación permitieron observar la diferenciación entre la clase política que nos gobierna y un grupo grande de ciudadanas y ciudadanos que son gobernados. Es un tema añejo. En 1939, Gaetano Mosca publicó, lo que él mismo consideró su obra suprema “Elementos de Ciencia Política”. Ese libro, junto con otras de sus obras contienen los elementos fundamentales de su teoría del elitismo, corriente que creó junto con Wilfredo Pareto y cuya categoría fundamental es la de “clase o élite política”. Mosca refiere a la clase política como un número reducido de personas que detentan el poder político y, en consecuencia, gobiernan a una gran masa de gobernados que carece de ese poder.

En el evento del sábado, algunos medios denominaron “corralito” al espacio frente al templete donde se encontraban miembros de los partidos afines al gobierno, así como familiares y amigos del presidente. Se trataba de un grupo reducido pero separado de “la masa” que llenó el zócalo. En el privilegiado lugar que ocupó la clase política quedó una silla vacía: la de Lázaro Cárdenas Batel, hasta el día anterior, coordinador de asesores de la presidencia de la Republica.

Cárdenas Batel, ex gobernador de Michoacán, hijo del 3 veces candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas y nieto del carismático Lázaro Cárdenas del Río fue expulsado de la clase política el 17 de marzo cuando se informó sobre su renuncia al cargo para ocupar una posición en la CELAC. La poco conocida Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños es un mecanismo intergubernamental de alcance regional que promueve la integración y desarrollo de los países que la conforman a partir del diálogo y la concertación política. La presidencia “formal” de la CELAC la asumen quienes ocupan la presidencia del país que juega el papel de anfitrión de sus encuentros bianuales.

Esta extraña designación recuerda a aquella del entonces presidente José López Portillo al expresidente Luis Echeverría como “Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial” ante las Islas Fiji en 1977. Esta es una de las vías de resolución de conflictos en la élite política; se construyen puentes de plata para que quienes ya no son bien vistos por el líder abandonen sus posiciones y realicen labores profesionales lejos de los centros de poder. Quizá a partir de este acontecimiento podamos entender mejor por qué hace unas semanas Cuauhtémoc Cárdenas, a pesar de haber colaborado en el desarrollo de la organización opositora “Mexicolectivo” se deslindó “por motivos políticos”. La misiva publicada por el Ing. Cárdenas dejó ver a un padre temeroso por el futuro político de su hijo. Esa silla vacía fue el principal acontecimiento político del pasado 18 de marzo.

A los pocos días del asesinato de Luis Donaldo Colosio en 1994, Joseph Marie Córdoba Montoya, hasta entonces poderosísimo Jefe de la Oficina de la Presidencia de Salinas de Gortari fue enviado como representante comercial de Pemex en Nueva York, posición que, hasta entonces, no existía. Dicen que en política, lo que parece, es.

Twitter: @maeggleton

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