El tema de la violencia en México se está volviendo insostenible. La estrategia de “abrazos, no balazos” está perdiendo la batalla contra el crimen organizado. Para ello solo basta revisar las estadísticas que publican tanto el gobierno como las organizaciones de asistencia privada.

De acuerdo con una lista difundida en días pasados por la organización “Consejo Ciudadano para la Seguridad Publica y la Justicia Penal”, misma que fue replicada por múltiples medios de información en radio, televisión y redes sociales, de las 50 ciudades más violentas del mundo, 17 corresponden a México. Pero eso no es lo peor, sino que además, nueve de las primeras 10 pertenecen a nuestro país. Ciudades como Zamora, Colima, Ciudad Obregón, Celaya, Tijuana, Uruapan, Acapulco, entre otras, destacan por su alta tasa de homicidios en comparación con su población.

Ello es un signo inequívoco y grave de que la “estrategia” del gobierno federal, conocida como “abrazos, no balazos”, es ya un rotundo fracaso. En múltiples ocasiones y desde varios frentes, diversos sectores y grupos de presión han pedido al gobierno federal cambiar su “estrategia” de seguridad. Ya lo hicieron las ONG´s, los medios de comunicación, el clero y hasta el mismo Ejercito, sin recibir respuesta alguna.

Y es que, desde el inicio de la administración, la postura del gobierno frente al crimen organizado ha sido muy clara: no enfrentar a los grupos delincuenciales. Bajo el falso paradigma de que el fuego no se apaga con fuego, y manteniendo una postura crítica al gobierno del expresidente Calderón, este gobierno ha permitido el avance de los carteles a lo largo y ancho del país. La consecuencia: una vorágine de violencia y delincuencia que se ha apoderado del territorio nacional.
Justamente este gobierno ha metido a los militares en medio de una encrucijada, pues por un lado tienen la encomienda de mantener la paz y seguridad en el territorio y, por otro, se les pide que no accionen frente a los delincuentes, cuando estos últimos atacan a fuego abierto. Ello ha provocado la molestia y rencor del sector y sus familiares, quienes el pasado domingo se manifestaron abiertamente en contra de la postura seguida por esta administración.

Pese a todo ello, la postura del Ejecutivo sigue siendo intransigente, pero sobre todo, indiferente. Hay un abandono hacia los militares y a las víctimas de la delincuencia, no se les brinda cobijo, protección ni apoyo. Al contrario, se mantiene una postura pasiva de “dejar hacer, dejar pasar” frente a los criminales. Vemos con desánimo como los grupos delincuenciales avanzan en control del territorio y, sobre todo, como desatan el terror en las ciudades de México.

Por ello, no son cosa menor las manifestaciones de varios legisladores en Estados Unidos que han pedido declarar a los carteles como narcoterroristas, así como la incursión militar en nuestro territorio para controlar a esos grupos, situación que por supuesto no nos parece correcta ni aceptable.

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