La elección de 2023 es muy relevante para el destino de nuestro país. No solo es la antesala de la presidencial del 2024, sino además, por el padrón electoral, representa una de las más amplias en cuanto al número de votantes. Parafraseando a Julio César cuando cruzó el Río Rubicón, “la suerte está echada”, pues se han definido los proyectos, actores y protagonistas de este ejercicio democrático.

Es claro que en ambas entidades: Coahuila y Estado de México, existen y se proponen dos proyectos de gobierno completamente diferentes. Por un lado, la llamada 4T, comandada por Morena y sus aliados, que busca apuntalar el poder que se ejerce desde palacio nacional; por otro, una opción integradora, abierta y democrática, la Alianza PRI-PAN-PRD (y en el Edo. Mex., también Nueva Alianza) que busca ofrecer una alternativa de gobierno plural y ciudadano. 
Cabe precisar que los gobiernos de coalición tienen excelentes resultados en varias latitudes del mundo. El tránsito a los sistemas parlamentarios ha permitido crear entornos más favorables para el diálogo y el consenso. Ello responde a la necesidad de sumar fuerzas para impulsar el desarrollo.

Hoy vivimos en una sociedad mucho más abierta y plural, donde los sectarismos y los grupos han sido rebasados por la pertenencia general al colectivo. Y ello es natural en un entorno de libertades y tolerancia, donde cada miembro aporta desde lo individual sus ideas, habilidades y capacidades en beneficio de sí mismo y de la sociedad. Prueba de ello son las redes sociales, donde la voz pública se hace latente y se manifiesta fuerte ante injusticias o abusos que antes, por desconocimiento o control de la información, permanecían en la secrecía. Esa es ahora la forma de la política.

En este contexto, la Alianza conformada por PRI, PAN y PRD, así como la incorporación de Nueva Alianza en el Estado de México, es la mejor opción para construir verdaderos gobiernos de coalición. Cuestión que no ofrece el “otro lado de la moneda”, donde impera el centralismo, el sectarismo y la organización piramidal, en cuya cabeza se encuentra una sola persona que concentra todo el poder en sus manos. De ahí la relevancia de las elecciones que se realizarán este año. Pues no sólo se estarán definiendo las personas que ocuparán los cargos públicos los próximos 3 o 6 años en esas entidades, sino que se preparará lo que será, probablemente la elección presidencial más reñida e importante de los últimos 25 años.

Por lo pronto, en el estado de Coahuila no pintan bien las cosas para la 4T, pues en un arranque de insubordinación, el exsubsecretario de seguridad del gobierno federal decidió competir por su cuenta a la elección de gobernador. Abanderado por otro partido, algunos expertos vaticinan una división del voto que favorecerá a la Alianza, y una ruptura clara y manifiesta entre Morena y el PT.  Prueba de ello es el comentario del presidente en la mañanera, donde no disimuló su enojo, al referir: “No me dio ni el adiós, solo me mandó un papel”. Contrario a ello, en la alianza existe concordia y visión de trabajo.

Como también sucede en el Edomex, donde se priorizó la unidad en torno a un proyecto común; un proyecto que va más allá de intereses personales y que se centra en el bienestar de las y los mexiquenses. A diferencia de la precandidata de Morena, que ya compitió por el cargo hace 6 años y ahora, por decisión del Ejecutivo Federal, lo hará en esta elección; la alianza propuso a una mujer joven y preparada para ser la candidata a la gubernatura, aplicando los principios de igualdad y paridad de género.

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