Durante el cierre del periodo ordinario de labores de la Cámara de Diputados, Morena echó a andar su “destructora” (otros le llaman “aplanadora”) legislativa, para aprobar en menos de 48 horas una serie de reformas terriblemente destructivas y regresivas. Esto no tenía precedente en nuestro país ni en la historia del Poder Legislativo; basta considerar que cada una de las reformas que se aprobaron en la sesión del pasado 25 de abril (que se extendió hasta el mediodía del 26) hubiera requerido un análisis de por lo menos un mes cada una.

La más grave de todas las reformas aprobadas es la desaparición del Insabi, la entidad con la que Morena pretendió sustituir al extinto Seguro Popular. Este, que fue uno de los mayores legados de administraciones panistas, permitió alcanzar un logro histórico: la cobertura universal de salud. Médico, medicinas e infraestructura para todos, particularmente para quienes no tenían acceso a ningún servicio de seguridad social como el IMSS o el ISSSTE.

En cambio Morena, sin mayores argumentos y únicamente por tratarse de un programa vigente impulsado por el PAN, desapareció de un plumazo el Seguro Popular. De un día para otro, millones de mexicanos quedaron en la incertidumbre de no tener acceso a ningún servicio de salud. El Insabi realmente nunca entró en funciones: en los 4 años que estuvo funcionando recibió más de 770 mil millones de presupuesto ejercidos con corrupción e ineptitud que se tradujeron en la muerte de miles de mexicanos.

La llegada del Insabi implicó la desaparición en los hechos del acceso a la salud para millones de mexicanos; de aquella reforma sólo quedó el patético nombre con el que se justifica todo en este gobierno y que cada vez es más sinónimo de obras y servicios gubernamentales inexistentes o de baja calidad: “Bienestar”. El Insabi aceleró la crisis en la compra de medicamentos que ya había provocado el gobierno de López Obrador por su insistencia en centralizar todo, primero en manos de la Exoficial Mayor de Hacienda y luego en el Ejército.

Mención aparte merece el papel inexistente del Insabi durante la pandemia por Covid-19. Es claro que de haber existido el Seguro Popular, todas las personas habrían tenido acceso a atención médica y, una vez que hubiera acceso a vacunas, acceso a la vacunación. En su lugar, una gran cantidad de mexicanos se quedaron sin acceso a la atención médica indispensable durante la contingencia, por no mencionar el enorme desorden e ineficacia con el que se llevó a cabo la vacunación en todo el país. Para paliar medianamente estos problemas, tuvieron que intervenir el Ejército y el IMSS.

Después de 4 años, Morena reconoce implícitamente que no pudo con la tarea, pero para ello millones de mexicanos se quedaron sin un servicio vital: la garantía del acceso a la salud. El “Bienestar”, lejos de ser una solución para mejorar los servicios de salud, demostró ser una cara enfermedad. Como diputado federal por Querétaro me sumaré a la tarea de investigar el uso de esos recursos y las responsabilidades institucionales que hubo detrás de la muerte de miles de mexicanos, hasta donde tope.

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