La captura de Ovidio Guzmán López la semana pasada resultó en una carambola exitosa y de muchas bandas para el Presidente y su gobierno. Aunque está por verse la respuesta de grupos criminales.

La primera banda es que rompe la racha de notorios fracasos para el Presidente (Reforma electoral, nominación de la ministra Esquivel para presidir la SCJN). Rompimiento que era muy necesario para preservar el ánimo en el equipo presidencial.

La segunda es que la polémica generada en torno a la captura de Ovidio Guzmán ha servido como cortina de humo ante un difícil arranque de año (derrotas políticas, pronunciada cuesta de enero, violencia exacerbada —397 asesinatos los cinco primeros días del año, la fuga del penal de Chihuahua—, etc).

La tercera y muy importante banda es que permite a Sedena y  Semar “dar un manotazo en la mesa” y recuperar algo de la dignidad que el Presidente les había arrebatado con su política de “abrazos y no balazos”. Recordemos que fruto de la equivocada estrategia presidencial las agresiones de los grupos criminales habían venido escalando hasta llegar al asesinato del general Urzúa, Coordinador Estatal de la Guardia Nacional en Zacatecas, y del secuestro del Coronel Grimaldo Muñoz por parte del CJNG.

La cuarta banda es el mensaje que se envía a los grupos criminales y demás bandas delictivas que en los últimos años se habían venido envalentonando ante la tolerancia gubernamental a sus acciones. La captura de un capo como Ovidio les recuerda que quien manda es el Presidente y que sus fechorías tienen un límite, alto demasiado alto, pero límite al fin.

La quinta banda es el mensaje que se envía a la población en general en cuanto a que el Gobierno de México sí enfrenta a los criminales. Mensaje que sin reconocer abiertamente que la estrategia de “abrazos y no balazos” fracasó, sí pretende intentar borrar el “Culiacanazo de 2019” y con ello “lavarle la cara” al Presidente.

La sexta banda es que le da a los seguidores y defensores de la cuarta transformación un argumento para intentar rebatir el fracaso presidencial en materia de seguridad.

No considero que la captura represente un bono real frente al Presidente Biden, ya que ambos saben que el flujo de fentanilo de México a EU no va a disminuir, menos desaparecer, con la captura de Ovidio quien permanecerá en México y no será extraditado. Para ello le fincarán una serie de delitos y lo sentenciarán a años de cómoda prisión en México. Sentencia que supuestamente deberá cumplir antes de ser extraditado. A López Obrador no le conviene que Ovidio ni sus hermanos “suelten la sopa” a los norteamericanos. La puja del gobierno norteamericano tendrá que ser muy alta y con un acuerdo previo de impunidad.

En suma, una carambola de seis bandas que viene a darle oxígeno al Presidente y a su gobierno y demuestra que el supuestamente Primer Mandatario de la Nación es un muy hábil jugador de la política.

Exsenador.

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