Las elecciones para elegir Presidente el próximo año son de suma importancia para el interés público. El PRI, por ejemplo, se ha reunido con sus huestes en búsqueda del posible candidato o candidata para abanderar el proyecto tricolor, esto en plena crisis política del partido que durante décadas gobernó desde el autoritarismo. Dicho acto convocado por Alito Moreno en su calidad de dirigente nacional logró congregar a personalidades como Beatriz Paredes, Enrique de la Madrid, Alejandro Murat, Ildefonso Guajardo y varios perfiles más; sin embargo, parece ser más un acto de simulación para demostrar de forma pública que el PRI aún tiene vida. La realidad es que de confirmarse la alianza Va X México, los priistas fungirían como testigos, ya que es Acción Nacional quién tendría mayor poder de decisión en la designación del perfil que buscará participar con mediana dignidad ante un ejercicio electoral que aparentemente lo tiene ganado el partido obradorista; por su parte el PRD, desde sus cenizas, tendrá un papel meramente testimonial. El partido del sol azteca no tiene capacidad de convocatoria y mucho menos el suficiente peso político para siquiera insinuar que alguien de sus filas pudiera ser quien encabece una coalición en la que el perredismo solo está de arrimado.

Por su parte los blanquiazules cumplieron lo pactado con el PRI al cederle la candidatura para la gubernatura del Estado de México, la cual jamás logró despegar y mucho menos generar empatía en la ciudadanía mexiquense, que en poco más de una semana será parte de una elección histórica, donde los pronósticos de propios y extraños apuntan a que el respaldo popular beneficiará a la maestra Delfina Gómez, al igual que hace seis años, con la única diferencia que en esta ocasión el fraude será una posibilidad difícil de concretar debido a las consecuencias legales que desde el inicio de esta administración contempla el incurrir en delitos electorales. Este acuerdo entre los integrantes de la coalición que ha vivido derrota tras derrota tras su nacimiento, ha hecho que el PAN se preocupe y ocupe por definir quién podría ser la punta de lanza en su intento de regresar a la silla presidencial, decisión que se visualiza complicada, ya que los anayistas y calderonistas no logran consolidar un punto de encuentro, situación que abona todavía más negativos a esta débil etapa que vive la oposición moralmente derrotada.

La realidad es que este momento crítico de la oposición se debe en un alto porcentaje a la falta de capacidad para gobernar que tuvo el PAN durante 12 años y a la voraz corrupción e impunidad con la que el PRI administró el país durante décadas, si a esto se le suma la fortaleza y el arrastre popular de AMLO, obtenemos un pronóstico de catástrofe para la derecha mexicana, situación que la gran mayoría del país aplaude y espera se prolongue por varios años más. Ante esto, el compromiso de continuidad y bienestar por parte de Morena es mayor, no hay posibilidad de fallarle al pueblo que confía en el proyecto alternativo de nación.

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