Mañana   se conmemora un año más el Día Internacional de la Mujer. Y como cada año, es imperativo hacer un “corte de caja” y revisar ¿cómo vamos?

De acuerdo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, Agenda 2030, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), una de las metas a conseguir es “Lograr la Igualdad de Género y Empoderar a todas las Mujeres y las Niñas”, mediante varias acciones, entre las que destacan: el poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las mujeres y las niñas en todo el mundo, así como asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles decisorios en la vida política, económica y pública.

En este contexto, es que en la comunidad internacional se han impulsados procesos de reformas a su marco jurídico interno, con la finalidad de realizar cambios en políticas públicas que sean necesarias para alcanzar esas metas. Gran parte de las reformas impulsadas han sido acciones afirmativas que han permitido ir disminuyendo la brecha de desigualdad que impera entre mujeres y hombres, así como ampliar los espacios de participación activa de las mujeres en la toma de decisiones. Reformas como la paridad en todo, la que combate a la violencia de género o la emisión de protocolos para proteger a las mujeres, son algunos ejemplos de lo que hemos impulsado en México durante los últimos años.

A principios de  año, el Banco Mundial publicó el estudio “La Mujer, la Empresa y el Derecho, 2023”, donde analizó el avance real y estadístico de protección a las mujeres en el mundo. Destaca que México tiene  88% de avance en el tema, al mismo nivel que países como El Salvador y Bolivia, y por debajo de otros como Perú y Costa Rica, sólo por hablar de Latinoamérica.

De igual manera,  destaca una ralentización y caída en el impulso de reformas transcendentales en la materia, durante los últimos 20 años. Por ejemplo, de acuerdo con el documento, Latinoamérica vivió un “boom” en materia de impulso a la mujer e igualdad de género en la última década de los 90, con más de 110 reformas promovidas en esa época, mientras que en lo que va de este siglo, apenas se rebasaron las 80 en la primera década y las 60 en la segunda. Es decir, estamos dejando a un lado el tema y, en contraste, la realidad nos golpea.

Aún seguimos viviendo y resintiendo los rezagos de la desigualdad. El machismo y la misoginia siguen presentes en nuestras comunidades. La falta de espacios y oportunidades para las mujeres, así como la brecha salarial, siguen haciendo mella en la vida de las mujeres profesionistas y trabajadoras. La violencia de género en todas sus manifestaciones se sigue presentando con ofensiva normalidad en nuestro país, especialmente la feminicida, que sigue cobrando vidas impunemente y que, en lo que va de este 2023, ya rebasó las 80 víctimas.

El panorama es gris. La violencia contra las mujeres y la falta de empatía hacia la paridad de género sigue presente en nuestro país y en gran parte del mundo. Tenemos que seguir avanzando en la lucha por la igualdad sustantiva. Seguir cerrando la brecha y apuntalar los cambios y avances realizados. Es tiempo de dejar a un lado los pretextos y entender, de una vez por todas, que el Día Internacional de la Mujer no es una fecha de celebración, sino de reflexión. Pero sobre todo, es una fecha que nos recuerda la importancia de actuar e impulsar cambios reales y tangibles. Por ello, este  8 de marzo salgamos con orden a las calles y alcemos el puño gritando: ¡ni una víctima más, ni una mujer menos!

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