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Del 30 de marzo al 1 de abril, el feminismo orgánico de la 4T fundó en México la Internacional Feminista, con la participación de mujeres de izquierda de 24 países para, con la bandera de la mujer, impulsar internacionalmente la ideología de género.
Siguiendo el modelo marxista-leninista de las llamadas “Internacionales”, que en el siglo pasado se celebraban en Rusia con la participación de los partidos comunistas del mundo, con el propósito de suprimir el capitalismo, establecer la dictadura del proletariado, abolir las clases sociales e impulsar el socialismo para arribar al comunismo; la 4T convocó en México a representantes de la Nueva Izquierda o Marxismo del siglo XXI, a fundar la Internacional Feminista.
Como modelo paradigmático de este feminismo se presentó a Irene Montero, la ministra de la Igualdad del gobierno socialista de España que ha pugnado por la legalización de la pederastia, el cambio de género y de sexo de los niños y su hormonización cruzada; e impuso la agenda transexual, a costa del borrado de las mujeres. A la reunión también acudió Claudia Sheinbaum.
A la fundación no fueron invitadas las organizaciones feministas que marchan los 8 de marzo para exigirle al omiso gobierno de la 4T que haga algo contra los feminicidios, la violencia y discriminación que las mujeres sufren, particularmente de parte de AMLO y de su gobierno.
Resulta paradójico que el “feminismo” orgánico, el mismo que encubre la misoginia y el patriarcalismo de López Obrador, sea el promotor de esta iniciativa cuando, de manera encubierta, promueve el borrado de las mujeres para impulsar la ideología de género desde el Congreso.
Los grandes ausentes fueron los movimientos feministas latinoamericanos, europeos, asiáticos o africanos. Fueron sustituidas por militantes de partidos de izquierda (marxistas-leninistas) con quienes tienen profundas diferencias. Un ejemplo es el embarazo subrogado o renta de vientres, que las feministas en Europa desaparecieron porque atenta contra la dignidad de las mujeres, las cosifica, abusa de su pobreza y sus carencias, en beneficio particularmente de homosexuales y lesbianas quienes, ante la imposibilidad de tener hijos, acuden a este medio; mientras en México el feminismo orgánico -el que impulsa la “Internacional Feminista”-, es el que promueve su legalización.
Mientras en Europa el Parlamento Europeo condenó al comunismo y al stalinismo, y los asemejó con el nazismo, Andrés Manuel promueve la instauración del neomarxismo en México y en el continente.
Lejos de crear un movimiento internacional de mujeres capaz de luchar por sus legítimos derechos, preocupa el cinismo con que el gobierno mexicano promueve iniciativas que en el papel las considera, pero no en la realidad y, al mismo tiempo, de manera velada, impulsa la agenda de género y el borrado de las mujeres.
Quizás por ignorancia o deliberada omisión, las feministas orgánicas ocultan que Lenin desapareció al feminismo en Rusia porque el comunismo —por decreto— acabó el patriarcalismo e instauró el igualitarismo que buscaban las mujeres.
AMLO, quien no es empático con las mujeres, pretende aprovechar este evento en una doble vía: para acentuar sus afanes ideológicos en contra de un verdadero feminismo; y, para usarlo como paraguas escenográfico para ocultar sus traspiés, como con su amigo Felix Salgado Macedonio a quien protegió a pesar de estar acusado de violación y de otros escándalos.
Periodista y maestro en seguridad nacional