Los procesos de polarización no son nuevos. Pero cuando un fenómeno se manifiesta con semejante intensidad en tantas partes del planeta al mismo tiempo, se vuelve necesario entender que no se trata exclusivamente de temas locales. Recojo algunos patrones que se han venido detectando en distintos países, sumados a algunas ideas que compartimos en una mesa sobre este tema en W Radio con Gabriela Warkentin y Javier Risco, en el que participé con el experto en comunicación política y discurso, Luis Espino.

1. En el libro Democracies Divided (Carothers y Donahue, eds.) se revisan nueve casos de polarización en el planeta. Según el texto, los procesos de polarización severa no solo consisten en situaciones en las que se presenta divergencia de puntos de vista, sino divisiones profundas enraizadas en identidades, las cuales resultan en rivalidades tribales, en lógicas de “nosotros” contra “ellos”. Una especie de “no estoy en contra de ti por lo que piensas, sino por quien eres y quien soy”.

2. La identidad que divide a los polos sociales puede ser adscriptiva o ideológica.

3. Según la investigación, el proceso del odio inicia con el pensamiento categórico, una forma de pensamiento en la que los individuos designados forman parte de una categoría o etiqueta, la cual, mediante un juicio a priori, inmediatamente los ubica en un costal unificado. Los prejuicios ocasionan que sea virtualmente imposible que los polos enfrentados dialoguen.

4. Estos procesos provocan que las sociedades sean menos cohesivas y menos efectivas; la confianza y colaboración para que estas sociedades funcionen, pierde poder.

5. Los patrones más importantes detectados en los nueve casos incluyen la confluencia de factores económicos, las desigualdades socioeconómicas, los flujos migratorios, u otros como la desconfianza en las instituciones.

6. Además, aparece en todos los casos el rol que las redes sociales parecen estar jugando en la polarización. No solo porque en estas plataformas la agresividad de los usuarios parece intensificarse, sino porque funcionan como megáfonos que amplifican tanto ideas como sentimientos.

7. Tenemos, entonces, fenómenos como la amplitud y velocidad con la que viajan textos, imágenes y videos que producen emociones fuertes como terror, frustración o ira, y por supuesto, también los efectos por la propagación de noticias falsas.

8. No solo las noticias falsas viajan de manera amplia y veloz, sino que muchas veces estas noticias falsas, o los debates propiciados por cuentas falsas son inducidos precisamente para alimentar la polarización y así orientar agendas políticas o producir caos social.

9. ¿Qué se puede hacer ante ello? No hay recetas. Espino, por ejemplo, sugería separar los temas de las personas, concentrarse en debatir ideas y argumentos y, a la vez, centrarse en posibles valores y metas compartidas.

10. Se requiere tomar pasos para revertir el pensamiento categórico explicado arriba. Autores como Allport nos ofrecen algunas claves: el contacto directo y presencial normalmente tiende a romper el prejuicio. Fortalecer acciones que busquen eliminar las etiquetas y los prejuicios, deconstruir el pensamiento tribal y empoderar las narrativas que se alejen de la polarización.

11. Sobre todo capacitarnos en habilidades como el diálogo, la escucha presencial y activa, y así, aprender a procesar nuestras diferencias y el conflicto, que es natural a la convivencia humana.

¿Es ello posible? Probablemente algunas de esas medidas no están en nuestras manos. Pero probablemente algunas aún lo están. Vale la pena enfocarse en ellas.

Analista internacional. @maurimm

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