Oídos sordos
¿Por qué no consultar a la ciudadanía sobre una obra? ¿Por qué no platicar con ella sobre qué es lo mejor para ellos?
Desde que inició la construcción de la obra en la calle de Ezequiel Montes y hasta las modificaciones en la calle Francisco I. Madero, el presidente municipal de Querétaro ha mencionado que las obras públicas que se desarrollan en su administración, tienen la finalidad de beneficiar a los habitantes de la ciudad. Nosotros hemos observado varias cosas, entre ellas, que existe una torpe planeación en los tiempos, momentos y consensos de cada obra, lo cual ha derivado en caos vehicular, inconformidad de comerciantes, vecinos y transeúntes, lo que nos lleva a una firme conclusión: tenemos un gobierno que antes de dialogar y tomar en cuenta para quiénes trabaja, impone su visión y, cuando se ve rebasada, dialoga a madrazos con una sociedad que exige a gritos ser escuchada.
¿Por qué no consultar a la ciudadanía sobre una obra que se planea realizar? ¿Por qué no platicar con ellos sobre qué es lo mejor para ellos, sus calles y negocios? La autoridad municipal les ha fallado a los queretanos y ha quedado a deber en temas de transparencia, pues, al contrario de lo que dice, en su actuar ignora, decide e impone.
En días pasados se hizo uso de la fuerza pública para retirar a los ciudadanos que se instalaron en la calle Francisco I. Madero para impedir la obra, ya que están en desacuerdo, éste ha sido el último recurso utilizado por las personas, ya que realmente no tienen otra opción ante tales decisiones arbitrarias e impositivas que son parte de una única visión, la del alcalde.
El gobierno de Marcos Aguilar Vega debe ser de puertas abiertas, sobre todo abiertas al diálogo, ya que es una herramienta imprescindible para cualquier representante del pueblo. Para tales obras, debió realizarse la adecuada planeación y estructuración para no generar este tipo de descontento social, provocando lentitud del flujo vehicular, hasta el cierre de 40 locales comerciales, que dejó sin trabajo alrededor de 100 familias. Si bien no previó las dos anteriores, lo que debió hacer el alcalde es llegar a acuerdos para no generar mayores descontentos y si no tendría la obligación de pagar los daños que ha generado.
Aguilar Vega no muestra la voluntad, ni mucho menos la capacidad, para generar consensos y acuerdos con la ciudadanía, continúa realizando acciones que muestran su caprichosa y orgullosa forma de dirigir el municipio.
Lo anterior es un reflejo de la ingobernabilidad que afecta y sigue una línea de ciudadanos en contra de sus gobernantes, mostrándose la intolerancia de un alcalde que determina hacer obras públicas según su imaginario de lo que la ciudad debería ser, olvidando que deben ser justamente eso, obras diseñadas para el público, es decir, las obras se deben hacer con base a la prioridad de las demandas ciudadanas.
Y si la demanda ciudadana no quiere una obra o considera que existe otra prioridad, debe atenderse ésta última, mas no actuar con autoritarismo, donde al final quienes pagan, son los ciudadanos que no lo pidieron.
La ciudadanía desea participar, lógicamente quiere formar parte de la toma de decisiones y debe ser primordial escucharlos para tener un gobierno estable, en el que sociedad y gobierno se encuentren satisfechos. La ciudadanía no necesita que la encierren o censuren cada vez que está en contra de la arbitrariedad y la improvisación.
Éste es un momento idóneo, para que un gobierno incluyente y sensible muestre madurez y oficio político, informando de qué tratan los proyectos, su duración y el costo/beneficio, abonando a la transparencia.
Diputado local Independiente.
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