No más balazos. Un llamado a estrechar relaciones de cooperación entre gobiernos y pueblos para labrar un nuevo vínculo entre México y Estados Unidos. El acuerdo celebrado el pasado 8 de octubre denominado “Entendimiento Bicentenario”, cierra la etapa de la “Iniciativa Mérida” que dejó tras de sí muerte, destrucción y sufrimiento en nuestro país, e inaugura un compromiso que pronto tendrá que ofrecer resultados.

La resolución propuesta por ambos países no es una cuestión menor. Con este acuerdo concluye un proceso que multiplicó la violencia y la inseguridad en México, bajo la retórica de la “Guerra contra el narcotráfico”. La lógica que prevaleció desde 2008 en nuestro país fue similar a la realizada por Estados Unidos en Afganistán: suministro de armas a grupos en conflicto, intensificación de sistemas de espionaje y generación de condiciones para abrir el territorio a las agencias de inteligencia del imperio del norte. Lo anterior, en complicidad con los gobiernos en turno.

La mal llamada estrategia de seguridad en México desarrollada durante 12 años llega a su fin. No se trata simplemente de un cambio de nombre sino de la modificación de un paradigma. Para ambas naciones resulta prioritario trabajar de manera conjunta para enfrentar las amenazas del siglo XXI, “con una visión regional y un enfoque moderno de salud pública y desarrollo como parte de una estrategia de cooperación integral”.

Tres ejes prioritarios configuran el nuevo pacto entre ambas naciones para hacer frente a la inseguridad y la delincuencia organizada. Protección de la población de los dos países mediante mecanismos de inversión en salud pública dirigida a prevenir el consumo de drogas para transitar hacia comunidades de bienestar. Prevención de la delincuencia transfronteriza combatiendo el flujo de armas, cuyo trabajo estará orientado a las cadenas de suministro ilícitas y la reducción del tráfico ilegal y trata de personas. Y, finalmente, el desmantelamiento de las redes delictivas a través de la persecución de personas vinculadas a financiamientos ilícitos. Prácticas que estarán acompañadas del fortalecimiento de los sectores de seguridad y justicia.

Uno de los aspectos centrales de la nueva estrategia de seguridad nacional en México la constituye su carácter preventivo, antes que la instrumentalidad de prácticas coercitivas. Prevenir el consumo de drogas y atender a quienes se encuentran atrapados en esta adicción, ofrecer oportunidades a los jóvenes para que decidan sobre su proyecto de vida, mejorar el trato carcelario robusteciendo el acceso a los Derechos Humanos, sitúa al Estado mexicano en una posición de co-responsabilidad con las comunidades afectadas y, por lo tanto, en un actor comprometido con la protección y seguridad de su población.

Después de tres años de gestión del actual gobierno, México y Estados Unidos logran firmar un acuerdo de cooperación en materia de seguridad en el que se comprometen “a otorgar el máximo respeto por los derechos humanos, sin tolerancia a la corrupción”. La tarea de la ciudadanía es mantenerse atenta frente a los resultados por venir.

Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM

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