Cuando vemos películas, series, o leemos un libro, nos maravillamos con los destinos que pueden ser idílicos en nuestra vida, anhelando algún día poder conocer. En mi caso, Bali,  por aquello de que uno de mis libros favoritos Comer, rezar, amar, de la escritora Elizabeth Gilbert, está desarrollado en esa maravillosa parte de Indonesia, describiendo un viaje de transformación e introspección que más de una persona sueña hacer alguna vez en la vida. Y es que despertar en este destino es como ver un paisaje surrealista, con esa naturaleza exuberante, con los ornamentados techos y puertas con figuras como guardianes, y el suave aroma de los inciensos de sus ofrendas diarias a los dioses hindúes. Un mundo desconocido y fascinante que pareciera irreal para el occidental. Me sucedió en el pasado viaje, al llegar a Bali y entrar al pequeño hotel en donde nos alojaríamos The Hidden Bali Inn, en Ubud, el corazón de la cultura de la isla, pareciera que vivía esa parte del libro en donde la periodista, que en su momento protagonizó la actriz Julia Roberts en la película basada en la misma historia, llega a casa de Ketut Liyer, un gurú, médico y terapeuta típico balinés. Inmediatamente mi mente se trasladó a esa parte de la historia y reconoció cada detalle, donde reza una de las más afamadas frases del relato:  “Sonríe con tu cara, con tu mente y hasta con el hígado”. Yo qué les puedo decir, para mí, fascinante, pues el libro y la película están escritos y filmados en sitios reales.

Pero no todo es miel sobre hojuelas,  pues muchas de las imágenes que se plasman en varias películas actuales son lugares que lamentablemente no existen o, bien, se basan en algún destino, le cambian de nombre o dicen que se grabó en un sitio, pero en realidad es  otro. Por ejemplo, la película Ticket to paradise traducida como Viaje al paraíso, también protagonizada por Julia Roberts  y George Cloney, dicen que están en Bali, y presentan sitios como la cercana isla de Nusa Penida y el Templo de Tanah Lot, pero en realidad no están ahí, la verdad es que el filme está grabado en Queensland, Australia y el hotel Palm Bay Resort, pues debido a la pandemia por Covid-19 no les permitieron realizarla en Bali, y las imágenes de los destinos, que sí existen, en la película lucen distintos. Otra que usó locaciones de México fue Daño colateral, la producción fue a Coatepec y Alvarado, en Veracruz, para tomar las escenas que, en la historia, suceden en Colombia. Hay películas que se basan en paisajes exuberantes que sí existen, como Ushuaia, Argentina, donde fuera grabado el film El renacido. En realidad a mí no me encantó la historia, pero las nominaciones de la Academia se lo llevan sin duda los sitios de nieve, glaciares, bosques, lagos, ríos y cascadas en los que Leonardo DiCaprio lucha por su supervivencia. Podría mencionar mil y un más, incluso de pequeña pensaba que Peña de Bernal tenía playa, todo por las imágenes, para mi confusas, de la antiquísima telenovela que fue grabada en este pueblo mágico, El niño que vino del mar.

Así las cosas, queridos lectores, lo único que me queda decirles es que una de las mejores experiencias que pueden vivir es ir a reconocer esa parte de su libro, serie o película favorita y, desde luego, comprobar la realidad.

*Periodista y conductora
Premio Internacional de Periodismo Turístico 2022
Otorgado por la OMPT


Twitter @NatividadSanche
Facebook.com/NatividadSánchezB

Google News