Debe ser muy difícil para AMLO aceptar que la pandemia y la crisis económica tiraron al suelo una parte fundamental de los objetivos de su 4T: avanzar en el combate a la pobreza y disminuir la desigualdad. Hay mayor pobreza por el impacto directo por la caída de la economía en 2020, como hacía casi un siglo que no se daba. A pesar de la recuperación en este año, que será mayor al 6%, los estragos que ha dejado la pandemia en los sectores más vulnerables tardarán varios años en recuperarse. En estos días el Inegi y el Coneval presentaron los resultados de sus encuestas y estudios, pero AMLO dijo en su mañanera del 6 de agosto: “no acepto el resultado de esa encuesta (…) tengo otros datos”.

Sin embargo, los datos de Coneval muestran con exactitud de qué tamaño es la crisis: entre 2018 y 2020 la pobreza extrema aumentó de 7% a 8.5%, subió de 8.7 a 10.8 millones de personas. La pobreza creció de 41.9% a 43.9%, con lo cual los pobres pasaron de 51.9 a 55.7 millones, por eso hay 3.8 millones más de pobres en México. Otros datos muestran que en 19 estados subió la pobreza y en 13 bajó. Entre los más afectados están Quintana Roo, Baja California Sur y Tlaxcala, y entre los que se redujo más están Nayarit, Colima y Zacatecas. La medición multidimensional de la pobreza destaca que aumentaron las carencias sociales principalmente en el acceso a la salud en 12% y, por otra parte, la pobreza se redujo en la población de 65 años y más, debido a la pensión universal para adultos mayores que mejoró la condición de 4.5 millones de personas. Con los programas sociales se evitó que creciera más la pobreza, al menos para 2.5 millones de mexicanos.

Entre las recomendaciones que hace Coneval para mejorar la política social están: “mejorar la progresividad de las transferencias”, tener un sistema de “seguridad social no contributivo, integral y universal” y atender de forma más intensa la pobreza urbana.

En un estudio, “Mitos de la política social de la 4T” (Máximo Ernesto Jaramillo-Molina, Nexos, 29/07/2021), se establece que en la 4T se destinó en 2020 un 4.6% del PIB a programas sociales, mientras que en 2014 se llegó a un 5.3%. En ese texto se presenta el bajo gasto social durante la pandemia que en México sólo fue de 0.2%, mientras que en otros países como Argentina fue de 3.5%, Chile 7.3%, Brasil 7.6% y en Estados Unidos llegó a 22.2%. Este punto ha sido muy criticado en la administración de AMLO, pero ahí se encuentra una explicación a las cifras del Coneval. Otro de los mitos que se expone es sobre los intermediarios, como una forma de que los apoyos lleguen a las personas de forma directa y Jaramillo dice que sólo 3 de cada 10 hogares reciben apoyos, mientras AMLO dice que son 7 de cada 10. El otro mito es que los apoyos no llegan a los más pobres, porque “sólo 35% del decil más pobre recibe algún programa social” (Jaramillo, 2021).

Entre los temas más polémicos está la cobertura de los programas sociales, en donde el gobierno suma adultos mayores, jóvenes construyendo el futuro, sembrando vidas, becas y apoyos al campo, con lo cual supuestamente se llega a 70% de los hogares. AMLO argumenta que se ha subido el salario mínimo casi 50%, sin embargo, la crisis provocó una enorme pérdida de empleos formales, de los cuales no hay una recuperación respecto de las condiciones pre-pandemia. El daño de la crisis ha sido superior a la política social de la 4T.

Una interrogante que no cuadra es la que apunta a los recursos públicos. Lo que anunció el nuevo secretario de Hacienda, que el presupuesto para 2022 no tendrá modificaciones importantes, habrá estabilidad y seguirá la austeridad. La nota es que no habrá incremento de impuestos, por eso la posibilidad de una reforma fiscal queda suspendida hasta nuevo aviso.

Hay una contradicción, porque si el músculo distributivo del Estado mexicano es muy débil, y AMLO dice que el signo distintivo de la 4T es la lucha contra la pobreza y la desigualdad, entonces no se entiende por qué no quiere rectificar…

Investigador del CIESAS.
 @AzizNassif

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