La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) representa una de las instituciones primordiales en nuestro país, creada para ofrecer educación superior pública al más alto nivel de excelencia en un espacio de libertades, respeto, tolerancia y diálogo. Protagonista histórica en la lucha por los derechos y crítica tenaz de toda forma de arbitrariedad del poder que rompa la pluralidad de ideas y pensamiento. Sin embargo, es un equívoco suponer que la UNAM constituye una unidad monolítica en ningún sentido. No se trata de una instancia hoy arrasada por la derechización, ni tampoco de un organismo incuestionable al que nada deba exigirse por simbolizar los valores éticos más encomiables. Generalizar en cualquiera de las dos direcciones termina ocultando el problema de la desigualdad y la injusticia que atañe hoy a la UNAM.

“Ni tirios, ni troyanos”, como reza la frase en la Eneida de Virgilio. Tomar partido por una de las dos posturas solo ensombrece lo que realmente sucede. Afirmar que la UNAM se está “derechizando”, implica negar la presencia de profesoras y profesores de asignatura que actualmente se encuentran luchando por el reconocimiento de sus derechos laborales. Significa, también, ignorar la exigencia de mujeres por detener la violencia de género dentro de esta casa de estudios.

Al mismo tiempo, negarse a abrir la crítica a la UNAM, bajo la retórica del “respeto a la autonomía”, implica desconocer la radical disparidad de los derechos laborales entre quienes tienen acceso a una plaza y los que desarrollan el trabajo docente desde la posición de asignatura. El aumento rapaz del costo de los diplomados a los que pocos estudiantes tienen acceso. El freno al crecimiento de plazas y la existencia de criterios “aristocráticos” para acceder a una posición de permanencia docente e investigación.

Ciertamente, los datos muestran el ascenso de las políticas neoliberales en la UNAM. Los estudiantes que tuvieron acceso al ciclo escolar en el periodo de 2020-2021, tuvo apenas un crecimiento del 30% en relación con 1999. El aumento en este mismo periodo de contratación de profesores de carrera fue de 21% y de investigadores de carrera del 10.8%. La información recuperada del Portal de Estadísticas Universitarias de la UNAM, perfila un horizonte de elitización, no la oportunidad de abrir espacios democráticos y plurales para acceder a la educación superior pública.

Por otra parte, la Universidad Nacional Autónoma de México funciona cada vez más sobre la base del trabajo no pagado, o muy mal remunerado, y utiliza la subcontratación para evadir los derechos laborales de las y los profesores. Estas prácticas, remiten a un sistema dirigido a subordinar la política a la economía convirtiendo al mercado en el modelo creador de nuevas “normatividades”, instituidas por las racionalidades dominantes.

Debatir acerca de lo que hoy sucede en la UNAM, exige ir más allá de generalizaciones de lo que se pretende cuestionar si de lo que se trata es de tener una actitud ética, analítica y de respeto a lo diverso. Esto aplica para tirios y troyanos.

Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale

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