Cuando, en octubre del 2020 se hizo público que el ‘zar anticorrupción’ del gobierno federal y esperanza de muchos ilusos para que Morena llegase al gobierno estatal y desplazara al PAN, no sería el candidato morenista a la gubernatura de Querétaro, las elucubraciones y teorías conspirativas recorrieron los pasillos de los principales mentideros políticos.

Que si a Santiago Nieto lo había bajado el inquilino de Palacio porque había decidido ‘sacrificar’ la plaza en aras de cumplir con la cuota de género impuesta por las autoridades electorales. (Sí, pero no tanto).

Que si los grupos que buscaban, y buscan todavía, el control del morenismo en Querétaro, habían dinamitado también las aspiraciones del sanjuanense pues no se veían con posibilidades de acceder al poder. (Sí, pero más o menos).

Otras versiones también apuntaban a que Nieto Castillo se estaba ‘reservando’ para el 2024. El jueves nos dijo que no. ‘Zapatero a tus zapatos’, afirmó.

Bueno, todo eso pasó, pero de manera tangencial. Lo que realmente sucedió fue que Santiago Nieto Castillo no se veía, ni se ve, como gobernador. No le gusta, no podía y no quiso.

Más o menos hace un año a Santiago Nieto le llegó la instrucción: Debía comenzar a construir una plataforma con miras a Querétaro. A regañadientes, comenzó a mover sus piezas, armó un equipo y mandó gente de su confianza a trabajar en ello, pero no se convencía.

Esa orden fue lo que entusiasmó a los miopes analistas que se dejaron engañar y volvieron a fallar, oootra vez, en sus predicciones.

Para finales de agosto, la maquinaria trabajaba a todo vapor, pero el maquinista seguía sin estar convencido. Y llegó la primera señal. Un par de encuestas que ponían al zar antilavado al menos 10 puntos atrás del hoy gobernador electo.

‘Es una desventaja remontable’, le dijeron, y que con un buen trabajo de calle podría remontar. Santiago no estaba ni cerca de estar convencido.

Luego, a finales de septiembre, tras una serie de ejercicios de medición que le dieron el mismo resultado, consultó con algunos consejeros electorales de todas sus confianzas: “No te alcanza el tiempo de residencia”, le dijeron. Y entonces, decidió que no, que mejor la dejaba pasar.

Nieto Castillo, llevó esa información a Palacio Nacional, la mostró al gran ungidor y le dijo que, si él fuese al candidato, le podrían tumbar un eventual triunfo en la mesa. En realidad, fue un pretexto. Santiago Nieto, no quiso, y lo logró, ser candidato de Morena al gobierno queretano, aunque, de todos modos, visto lo visto, no le hubiera alcanzado.

El último párrafo. En menos de tres meses los poderes del Estado cambiarán de titular. Se ha hablado mucho del Ejecutivo y el Legislativo que estuvieron en juego en junio pasado, pero poco se ha dicho del Poder Judicial que en septiembre renueva su presidencia. Hay cuatro tiradores con posibilidades: Mariela Ponce y Armando Licona con reconocida carrera judicial y que darían continuación al estilo impuesto por José Antonio Ortega. Por otro lado, se escucha que Cecilia Pérez y Braulio Guerra, con experiencia en otras responsabilidades podrían imprimirle un nuevo estilo. Veremos. Voy por Braulio.

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