La contienda electoral que tendrá lugar el próximo domingo 4 de junio para elegir quién será gobernadora en el Estado de México se perfila interesante. Dos candidatas presentan a la ciudadanía sus proyectos de gobierno para obtener el voto. Delfina Gómez, postulada por la coalición “Juntos Hacemos Historia”, conformada por Morena, Partido del Trabajo y Partido Verde Ecologista de México. Y Alejandra del Moral, por la alianza “Va por México” integrada por PAN-PRI-PRD y Nueva Alianza.

Durante 94 años, el Estado de México ha sido gobernado por el PRI, encabezado por el denominado “Grupo Atlacomulco”. De concretarse el triunfo de Alejandra del Moral esta élite conseguiría mantener el control político y económico por un periodo de 100 años.

Por el contrario, si su candidata no logra imponerse sobre Delfina Gómez, no sólo dejaría al PRI prácticamente fuera del mapa político del país, ya que únicamente conservaría la gubernatura de Durango que mantiene en alianza con “Va por México”, toda vez que Coahuila también está por resolverse en la elección a gobernador el próximo domingo. Ante un desenlace negativo, el PRI perdería su bastión electoral más importante. El Estado de México representa poco más de 12.6 millones de electores de la lista nominal.

A menos de una semana de celebrarse los comicios, Delfina Gómez continúa arriba en las encuestas. Los resultados presentados por Covarrubias y Asociados en mayo de 2023, muestran que a la pregunta realizada a los mexiquenses:

“Si hoy fueran las elecciones en el Estado de México, ¿por quién votaría usted?”, el 62% respondieron a favor de Delfina Gómez y el 38% por Alejandra del Moral.

Frente a estos datos, algunos opinólogos lanzan campañas de descalificación en contra de Delfina Gómez. Afirman que la maestra “se parece mucho a sus seguidores”. Describen su apariencia física, su modo de vestir y hablar. Y, en seguida, en un ataque clasista y racista estigmatizan a la candidata de Morena por ser una mujer emanada de las clases populares.

El éxito de la maestra no radica en construir la imagen de una persona que reniega de sus orígenes. Su propósito es convencer a los votantes de que, en caso de ser electa como gobernadora, instrumentará un programa de gobierno dirigido a revertir los agravios históricos y las injusticias padecidos por amplios sectores de la sociedad mexiquense.

Cada vez más, la cultura política parroquial está siendo desplazada por la acción política ciudadana que cuestiona tanto a los partidos políticos como las prácticas de sus élites. Sin embargo, muchos parecen no darse cuenta de este proceso.

Los comicios que se avecinan serán complicados para los mexiquenses. Vienen tiempos de modificar inercias y la decisión de hacerlo está en manos de mujeres y hombres comprometidos con alcanzar la justicia social. Se trata de un momento en el que todas las personas tengan cabida, sin excepción. El inicio de una época en la que los votantes sean tratados con dignidad y respeto, no como una mercancía electoral.

A escasos cinco días de la elección, el nerviosismo tiene atrapados a grupos de poder agazapados en el Estado de México.

Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale

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