Ninguna casa encuestadora registró datos en los 300 distritos electorales federales. Por lo tanto, el resultado electoral para el domingo 6 de junio es una incógnita, salvo en algunos espacios electorales. No es lo mismo levantar la encuesta en un municipio o en un Estado, que en la totalidad de los 300 territorios electorales. Conforme avanzó el tiempo de las campañas, la violencia física y verbal encabezada por el presidente, las declinaciones, entre otros múltiples factores, que también juegan en la democracia, modificaron las tendencias, el mosaico electoral en el territorio nacional es otro. 
 
20 mil, 415 cargos de elección popular impidieron a encuestadores hacer trabajo técnico-científico de las operaciones matemáticas que les permitiera llegar al famoso +- 3 como margen de error, en la ciencia de la estadística. El escenario de las elecciones se plantea incierto en muchos lugares. Ejemplo emblemático será la elección en Guerrero. Hace meses era imbatible el partido del presidente; al día hoy existe un empate técnico entre los grupos aliancistas. 
 
En cada uno de los 15 estados en que habrá elecciones, se plantea un panorama distinto a los otros 17 en los que no habrá esos comicios. Problemas como los asesinatos en el territorio nacional, los homicidios culposos en el Metro, la pandemia, el aumento de la pobreza y la participación de las ONGs han influido en las tendencias electorales. El mosaico electoral presenta colores para daltónicos. 
 
Participé directamente en la organización de varias elecciones y nunca como hoy se presenta la falta de certeza en el resultado de lo que será la nueva composición de la LXV Legislatura federal, órgano legislativo fundamental del Poder Constituyente. La sociedad civil ha sido propositiva, participativa, ha luchado denodadamente para quitarle el absurdo control que de él ha hecho el presidente; la Cámara perdió de facto su autonomía, la mayoría sumisa cedió facultades de control constitucional y de fiscalización. Hoy no existe el equilibrio en los Poderes Públicos. 
 
Todo indica que la nueva composición no dará las mayorías calificada y simple a ningún partido, tendrán que darse las alianzas, la compra de voluntades en las bancadas para alcanzar, al menos, la mayoría simple. Todo parece indicar que la suma de las oposiciones reales al presidente, más la sociedad civil, lograrán arrebatar al titular del Poder ejecutivo, el vergonzoso dominio que ha hecho de la representación popular. En septiembre estaremos viviendo nuevos estadios de la gobernanza.

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