Quisiera aprovechar la oportunidad que me brinda EL UNIVERSAL para felicitar a su visionario director por impulsar como decreto el Día Nacional de la Oratoria, por el bien de México.

Todos los pueblos, a lo largo de la historia, han tenido un orador que ha hablado por su patria en los tiempos difíciles, que ha movido la montaña y ha puesto el cielo a la altura del hombre, que ha roto las cadenas de los oprimidos y ha abierto el horizonte en busca de nuevas perspectivas. En nuestro país existió un hombre cuyo verbo fulgurante incendió cuantas tribunas pisó, romántico hasta las entrañas, caballero de la cultura, y enamorado de la palabra: José Muñoz Cota Ibáñez.

José Muñoz Cota Ibáñez fue el primer campeón nacional de Oratoria en 1927, del concurso organizado por EL UNIVERSAL. El mismo año, representó a México en el Concurso Internacional de Oratoria celebrado en Washington, EU, en el que obtuvo el segundo lugar y como premio un viaje a Europa. El máximo orador de México, nacido en Ciudad Juárez, Chihuahua, también fue jurado de algunos concursos subsecuentes de EL UNIVERSAL. Fue orador en la campaña presidencial del general Lázaro Cárdenas Del Río y maestro en la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM, donde siendo maestro de Oratoria, entre sus discípulos se hallaron: Celso Humberto Delgado, Ignacio Carrillo Carrillo, René Palavicini, Heladio Ramírez, Carlos Domenzáin de la Concha, Fernando Córdoba Lobo, José Monroy Zorrivas y Carlos Francisco Aquino López (mi maestro, lo digo con sincero cariño y respeto).

Muñoz Cota recorrió de manera quijotesca el país con una sola misión: Difundir su amor y fe por la palabra. En mis primeros pasos por la oratoria conocí la obra del querido maestro; leí con pesar e impotencia Magnolia y sólo así comprendí la congruencia de un hombre que había empeñado su palabra. Diálogos con los jóvenes representa uno de los más grandes regalos a la juventud. No obstante, Cartas a Alicia es sin duda alguna el libro que atesoro con profundo amor y cariño. He llorado muchas veces al releer las palabras que le dedicó a la albacea de su corazón en agradecimiento: por haberse bebido la lágrima y el vino a su lado en reiteradas ocasiones, por ser la mujer ancla que llegó puntual a devolverle su pequeña parcela de felicidad, porque sin su mano, no hubiese podido cruzar la calle y por ser el reloj que le marcaba el tiempo exacto del ser.

Por él aprendimos que llamarse orador u oradora trae consigo un enorme compromiso y responsabilidad, que implica convertirse en mexicanas y mexicanos de altura y ahora que ya festejamos el Día Nacional de la Oratoria, habría que hablar claro: la oratoria principia con la voz redentora y el ademán quirúrgico del dulce maestro Muñoz Cota. No podemos concebir que la escuela muñozcotista ha perdido vigencia, porque ha sido justamente la obra del maestro la que sigue guiando a las nuevas generaciones. Por él, l@s nuevos orador@s entendimos que nuestra oratoria es el espejo de nuestra personalidad, ni se empeña, ni se vende.

Vivimos una crisis en la oratoria nacional, pues la mayoría de las y los oradores sólo se han concentrado en ganar concurso tras concurso, cuando en las calles, en la vida real, aún existen miles de causas que defender y que se encuentran olvidadas y arrodilladas ante tanta injusticia. Nos resulta urgente seguir promoviendo la vida y la obra de Muñoz Cota, para que a la luz de su verbo, de su sapiencia y de su congruencia podamos reconstruir la Oratoria.

P.D. Mañana 13 de Marzo, en presencia de Alicia Pérez Salazar y de sus discípulos más cercanos, rendiremos homenaje al insuperable tribuno que fue su difunto esposo. Yo no tuve la fortuna de ser su alumna; sin embargo, sus discípulos y la querida maestra me han acogido como muñozcotista, por lo cual les reitero mi compromiso con él, con su obra y su legado.

Oradora Nacional.

Premio Estatalde la Juventud Querétaro 2013.

@MadalyrmDavila

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