El resumen es este: Trump consigue la victoria simbólica, psicológica y política, sobre todo en el terreno interno en EU. Esa victoria carece de gran peso en el nivel operativo, y a pesar de un posible impacto temporal por la ausencia de liderazgo fuerte, poco hará para reducir la violencia terrorista en el mundo. De hecho, como ocurrió con la muerte de Bin Laden, puede suceder todo lo contrario, un repunte. Esto implica que, la muerte del líder de ISIS, Abu Bakr Al-Bagdadi a manos de fuerzas estadounidenses, necesita ser analizada desde dos vertientes: la política y su dimensión material.

Ahora bien, lo que ISIS sí ha podido conservar es una presencia local de 18 a 30 mil combatientes entre Siria e Irak, además de una red de filiales y células que operan independientemente y que no se verán mayormente afectadas por la muerte de Bagdadi. No obstante, hay otro tipo de posibles repercusiones para ISIS, principalmente en la dimensión de la lucha por el poder al interior de la organización, la sucesión y la vigencia de ciertas visiones, estrategias y tácticas. Los liderazgos sirven frecuentemente para eso, para aglutinar corrientes y puntos divergentes en torno a figuras simbólicas, como pegamentos que construyen narrativas comunes. Será interesante observar si la muerte de Bagdadi resulta en disputas internas, en escisiones o reacomodos.

El terrorismo no disminuyó después de la muerte de Bin Laden. Esa clase de violencia repuntó hasta niveles nunca antes vistos. El descabezamiento de organizaciones terroristas, al igual que con las organizaciones criminales, no siempre disminuye la violencia, sino que frecuentemente resulta en riñas y choques que terminan por activar espirales de mayor violencia.

Lo que sí consiguió Trump es una victoria política cuando más la necesitaba. En Washington, el presidente estaba siendo fuertemente criticado incluso por sus aliados republicanos, a raíz de su decisión de retirarse de Siria. Esto se estaba conectando con el proceso de destitución que está siendo impulsado desde el Congreso. La sola idea de haber terminado con la vida del líder de ISIS a pocos días de dar la orden de retirada a sus tropas de Siria, sella su discurso con una justificación contundente. Él había afirmado que ISIS estaba “100% derrotada”. Pero ahora está entregando la muerte de su líder en charola de plata. Con ello consigue de un lado mantener la promesa a su base de retirarse de esos conflictos “ajenos, lejanos e interminables”, y por el otro, restaurar las buenas relaciones con aliados republicanos.

En suma, ya veremos qué sucede con ISIS, con su nuevo líder y el pegamento que permitía una narrativa coherente entre grupos jihadistas geográficamente lejanos. Habrá que ver qué ocurre con la aceptación de la sucesión o los reacomodos que la ausencia del líder ocasione. Y, sobre todo, al margen de lo que Trump consiga contar a sus audiencias internas, habrá que monitorear la evolución de la violencia terrorista la cual, sospecho, a pesar de caídas temporales, seguirá su dinámica de ascenso en el largo plazo. A menos por supuesto que, como comunidad internacional, nos dispongamos con mayor seriedad a estudiar, entender y resolver las causas de fondo que la favorecen.

Analista internacional. @maurimm

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