Muchos feminismos —particularmente de izquierda—, asumen como parte de los llamados “derechos progresivos de la mujer” la libertad y el derecho a la sexualidad sin límites ni responsabilidades; el fin del matrimonio y de la maternidad; y, especialmente, al aborto como una forma de acabar con lo que denominan el “patriarcalismo”.

Estas iniciativas, financiadas principalmente por Planned Parenhood, algunos organismos de la ONU; el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional —todos ellos alineados a las políticas poblacionales de los Estados Unidos—, han logrado confundir a muchas mujeres haciéndoles creer que en el embarazo, en sus primeras semanas, no es una persona humana, sino un cúmulo de células de las cuales se pueden deshacer sin consecuencias. Y para reducir el impacto psicológico de lo que implica el aborto —el asesinato de un ser indefenso—, manipulan el lenguaje con eufemismos como la “interrupción legal del embarazo”, como si eso no significara el fin de una vida.

Tras este engaño, y otros muchos, han quedado mujeres solas y devastadas física y psicológicamente por la experiencia de asesinar a un bebé; y sin la “solidaridad” de que quienes les ofrecieron esta “solución”; y, sin resolver las causas que las llevaron a abortar.

Llevadas por su escepticismo o franco ateísmo, estos grupos exigen que la decisión legal de las mujeres esté al margen de los fundamentos religiosos, espirituales o trascendentes porque no los consideran válidos. Pero se equivocan en su planteamiento ideológico que pone a la libertad como valor absoluto. El valor más importante es la verdad —de lo que ellas carecen y niegan—, la libertad no nos hace verdaderos, pero la verdad sí nos hace libres. Por eso manipulan, engañan y evaden las verdades científicas inscritas en la vida, desde su origen en la concepción.

No satisfechas con hacer del aborto un deporte —por cualquier motivo se puede abortar— durante los primeros meses del embarazo, en las que, según ellas, no existía una persona humana, ahora pretenden que se practique en cualquier etapa del embarazo: “Artículo 329.- Aborto es la interrupción del embarazo, en cualquier momento del embarazo” (página 38 del proyecto de decreto que reforma los artículos 329 a 333 del Código Penal Federal), lo que niega la senadora Martha Lucía Micher Camarena.

La propuesta de reforma legal a diversas leyes, presentada en el Senado de la República por la senadora Micher Camarena —quien posiblemente no sea su autora, pero sí su promotora— quiere ir más allá: pretende el aborto libre para niñas y adolescentes; que las adolescentes, a partir de los 13 años, puedan abortar aún sin el consentimiento de sus padres o tutores; propone el fin de la objeción de conciencia para médicos y enfermeras y la figura de la “violencia obstétrica” por la que se sancionaría al personal de salud que niegue un aborto; y, sobrepasando todos los límites, la libre sexualidad para los niños, que puede abrir la puerta a la pederastia.

Si les preocupan las mujeres, que se informen qué requieren para vivir dignamente; pero carecen de autoridad moral quienes abusan de su cargo para imponer su ideología o su estilo de vida, y no buscan el bien de los demás.

La propuesta de Morena, en la persona de Malú Micher, refleja su interés por la perversión de las mujeres al proponer el infanticidio legal en México. Y ocultan que la mayoría de los abortos corresponde a niñas.

Periodista y maestro en seguridad nacional

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