Mientras que su partido continúa en una ruta de choque y se ahondan los conflictos internos por la renovación de su dirigencia nacional en un accidentado proceso al que no se le ve salida, Andrés Manuel López Obrador parece decidido a tomar distancia y por lo pronto, desde principios de este año, el presidente de la República ya solicitó una licencia a su militancia partidista, por lo que en estos momentos no es militante en activo de Morena.

En enero, según fuentes de la Presidencia, el titular del Ejecutivo presentó formalmente, ante las instancias internas de Morena, una petición de licencia por tiempo indefinido como militante de ese partido, del cual fue fundador y dirigente nacional desde su creación en 2015 y hasta que comenzó su campaña presidencial en diciembre de 2017. La intención de suspender su militancia partidista, explican los cercanos al presidente, tiene que ver con su convicción de no hacer del Movimiento de Regeneración Nacional un “partido de Estado” que se aproveche del poder y de los recursos públicos para obtener ilegalmente ventaja sobre el resto de los partidos de oposición.

Por eso en los hechos López Obrador no sólo ha sido un presidente distante y ajeno a los asuntos de su partido sino que, literalmente, puso en pausa su pertenencia y su liderazgo moral y político sobre el partido gobernante, lo que ha desatado una crisis interna porque, en la ausencia del liderazgo de su creador y fundador, son varios los grupos morenistas que se sienten con el derecho de asumir la dirección del partido, desde los sectores más duros que acompañan a López Obrador desde 2006 y que se sienten los más “puros” y merecedores de tomar el control de Morena, hasta los grupos con menor tiempo de militancia y que se sumaron al movimiento nacional lopezobradorista en 2018 y que pugnan por abrir ese partido a toda la sociedad y no sólo a grupos sectarios que quieren cerrar al partido.

En ese distanciamiento real de su partido, el presidente ha evitado intervenir y hasta opinar sobre los temas y disputas partidistas y cada que le preguntan, repite “ya no quiero intervenir en los asuntos de los partidos”. Sólo en tres ocasiones ha hecho de lado esa convicción para opinar sobre la caótica situación del partido que fundó: la primera la hizo públicamente, en su conferencia mañanera del pasado jueves 29 de agosto cuando sorprendió a propios y extraños al hablar por primera vez de la posibilidad de abandonar a Morena: “Es muy lamentable que partidos que surgen defendiendo causas justas terminan muy mal. Yo, si el partido que ayudé a fundar, Morena, se echara a perder, no sólo renunciaría a él, sino que me gustaría le cambiarán de nombre, que ya no usaran ese nombre, porque ese nombre nos dio la oportunidad de llevar a cabo la Cuarta Transformación de la vida pública del país”, amenazó al presidente.

La otra ocasión lo hizo ese mismo jueves por la tarde, primero en privado, cuando se reunió en Palacio Nacional con los coordinadores parlamentarios de diputados y senadores de su partido, además de miembros de la dirigencia nacional. Ahí, les sugirió a los morenistas lo mismo que un día después revelaría él mismo en la conferencia matutina del viernes 30 de agosto: que para evitar “confrontaciones y pleitos” realizaran una encuesta nacional para elegir a su nuevo dirigente nacional.

“Que no se desechara esa posibilidad en la elección de dirigentes, y si se podía hacer una encuesta o dos, tres, para saber quién es quién y elegir así”, recomendó el presidente. “Yo desde que estuve en Morena utilicé ese método y nos evitó muchos conflictos. Es mi opinión, que no es más que un punto de vista, para evitar confrontaciones, pleitos, que afecten la imagen de Morena, porque la gente que está en ese partido, así como militantes de otros partidos, siempre se preocupan porque su partido no quede mal, que no sean motivo de escándalos”, insistió.

Pero la “opinión” y el “punto de vista” de López Obrador fueron olímpicamente ignorados por el Consejo Nacional de Morena y por la Comisión de Honestidad y Justicia, cuyos titulares, Bertha Luján y Héctor Díaz Polanco, argumentaron que “los estatutos del partido no permiten la elección de dirigentes mediante el método de encuestas que sólo pueden utilizarse para elegir candidatos”, y decidieron organizar un proceso interno basado en Asambleas distritales, estatales y una nacional donde los consejeros que resulten electos podrán votar en una elección cerrada para elegir al nuevo dirigente nacional.

Veremos en qué termina el cuestionado y descalificado proceso interno. Por lo pronto, está claro que al pedir licencia a su militancia, el presidente ya dio un primer paso y que si no le gusta lo que suceda en Morena o el rumbo que tome ese partido y si él cree que “se echó a perder” López Obrador no dudará en dejar a su partido y llevarse hasta el nombre. Y hay muchos grupos políticos, de los que están buscando registro como partidos en el INE, que recibirían felices en su seno al presidente y a los que se fueran con él si abandona Morena, que se calcula serían más de  la mitad de los actuales militantes, y esos van desde el Partido Encuentro Social, de Hugo Erick Flores, que busca recuperar el registro, hasta las Redes Sociales Progresistas de Elba Esther Gordillo o el Partido Ambientalista Nacional que busca crear Nicolás Mollinedo, ex chofer y asistente de Andrés Manuel López Obrador. Así que la pregunta se mantiene en el aire: ¿se irá AMLO de Morena?

NOTAS INDISCRETAS… La visita aún no confirmada a México del candidato ganador de la elección presidencial en Argentina, Alberto Fernández, representaría todo un mensaje de geopolítica por parte del futuro gobernante del país sudamericano. Porque con el regreso del peronismo, Argentina vuelve a virar hacia la izquierda y hacia el kirchnerismo que tiene vínculos muy cercanos con la Cuarta Transformación del presidente Andrés Manuel López Obrador. Así que si Fernández viene esta semana o la próxima a Palacio Nacional, como se especula, sería la confirmación de que un nuevo “eje izquierdista” busca tomar forma en América Latina partiendo desde México hasta Buenos Aires, pasando por Bolivia y Venezuela. El tema suena bien como mensaje político, la pregunta es si ese mensaje les gustará en la Casa Blanca, donde hasta ahora están acostumbrados a que el inquilino de Palacio Nacional les diga a todo que sí. ¿Y si le dicen desde Washington que no les gustan los “ejes de izquierda” qué va a hacer el presidente López Obrador que ya expresó sus felicitaciones a Fernández por su triunfo de ayer y a Evo Morales por su cuestionada reelección que aún desata protestas masivas y denuncias de fraude en La Paz?...Los dados mandan Serpiente. Mal tiro.

sgarciasoto@hotmail.com

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