En memoria de Laura Ruzzier, mirada sensible de vida. 

El pasado viernes 19, un grupo de estudiantes, profesores e investigadoras del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) se concentraron frente a las oficinas del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para manifestarse en contra del particular estilo de dirigir de José Antonio Romero Tellaeche, su director interino, y exigir su “destitución inmediata” (Animal Político, nota de Dalila Sarabia).

Recordemos que Romero Tellaeche fue designado en agosto pasado por la titular del Conacyt, María Elena Álvarez Buylla, a raíz de la renuncia de Sergio López Ayllón. Con este movimiento, se acrecentaron las especulaciones y la incertidumbre hacia el interior del CIDE.

¿Por qué se nombró como director a un académico de El Colegio de México que no tenía relación alguna con el Centro?

Alejandra Crail, en su magnífico reportaje para Gatopardo, observa que con Romero Tellaeche empezó la “purga” en el CIDE de acuerdo con el guión cuartotransformista. Se acusó a este centro de ser “neoliberal”, se cuestionó la existencia del sindicato académico bajo la premisa de querer proteger “sus intereses”, se quería redirigir la investigación para que respondiera a los “problemas” que el actual Gobierno Federal planteaba, y lo peor: se concebía a su personal como seres egoístas que sólo perseguían sus propios intereses. Había entonces que cuartotransformar al CIDE, moralizarlo.

Para ello, Romero Tellaeche tenía –como sus jefes– que ejercer el poder sin cortapisas. Esto explica la cancelación –unilateral– de las comisiones dictaminadoras organizadas para evaluar al personal académico. Ante la negativa de las responsables bajo un criterio institucional, el director interino decidió cesarlas. Apegarse al Estatuto y realizar las evaluaciones fue para el director interino un “acto de rebeldía”.

Luego, para tratar de explicar sus decisiones, Romero trató de dialogar con el estudiantado, pero en palabras de Jean Meyer, historiador del CIDE, eso no fue un diálogo, sino una reedición de “críticas” contra el centro dejando a los estudiantes “más enojados que nunca”. Ximena Millán, estudiante del CIDE, narra que en la sesión virtual, el aspirante a dirigir el centro les dijo a los jóvenes que habían sido “manipulados” por sus profesores. Incluso, los consideró como “esponjas” que absorben todo.

La “espontánea movilización de estudiantes”, como en cambio la consideró Meyer, nos dejó al menos tres lecciones: Primero, mostró la clara inclinación de los cuatroteístas a reducir la individualidad de las personas, sean éstas estudiantes o gente pobre. Por eso los ven como “manipulados”, “esponjas” o “mascotas”. Como todo debe caber y mezclarse en el Proyecto Transformador del amado líder, ya no hay personas ni agencia individual, sino Pueblo. Esto es algo muy peligroso.

Segundo, la protesta fue por “respeto a la libertad de cátedra y a la libre expresión de ideas”, algo que cualquier universidad pública podría defender ante la ilusión “transformadora”, que no es más que una imposición ideológica. Tercera y última lección: las y los jóvenes, así como los investigadores cuestionaron el ejercicio de poder arbitrario que ahora se maquilla de “moralizador”. Por todo esto #YoDefiendoAlCide ¿Qué sigue?

Investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro (FCPyS).

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