Como cada semana, sigo recibiendo tus dudas e inquietudes para apoyarte como psicoterapeuta y sexóloga.

Pregunta: Hola Rocío, tengo 19 años y soy gay, pero mi madre no me deja ser feliz. Tengo conocidos a quienes los dejan ir a fiestas a beber y fumar. Yo no pido nada de eso, lo único que quiero es ser libre.

No puedo ir a ningún lado si no es con alguien. Sólo salgo cuando debo hacer algún encargo. Tampoco tengo autorización para salir con el chico que me gusta. No puedo ser yo. Desde que mi madre supo que soy homosexual, se aferra a la idea de que necesito la ayuda de Dios, de un psicólogo o algo así, y no lo soporto. Dice que los gays sólo piensan en  sexo, que eso no es de hombres y que tienen SIDA.

Ella tiene una carrera en ciencias sociales, sabe mucho de pedagogía y del contacto humano. No entiendo cómo puede pensar así, soy su hijo y no seré diferente porque ella así lo quiera.

Nada cambiará, pues cada que se habla del tema sale a la defensiva. Me ha dicho que me sacará de casa si sigo así, que no quiere a un “maricón”, siempre trato de ser mejor persona y aun así, sólo ve esa característica de mí.

Necesito ayuda, quiero que ella deje de hacerme infeliz, de limitarme, de mantenerme en su mundo “perfecto”. Ya no quiero que me restrinja las cosas por ser gay. Quiero salir con el chico que me gusta, tener novios, salir al parque, dar un paseo, hacer algo más que sólo estar en casa. Que mi mamá no sea feliz con su pareja, no es mi problema.

Quiero ser quien soy y ser feliz, pero si ella sigue sometiéndome por estas conductas “desviadas”, que así califica, jamás podré tener una vida.

Es cierto que dependo de mis padres, pero insisto, por lo menos deseo que me dejen tener novio o salir con un chico. No pido gran cosa, sólo hacerle entender que ser gay no es nada malo y que me deje hacer lo que les permite a mis hermanos: tener una pareja. Espero que me puedas ayudar.

Respuesta: Gracias por tu confianza amigo, y espero poderte ayudar. Lo primero que quiero explicarte es que nadie tiene el poder de hacerte feliz o infeliz. Cada uno de nosotros le damos el poder a cada persona o circunstancia.

Tu mamá y tú se han subido al ring para pelear cada uno su posición. Ninguno está mal realmente.

Tú tienes todo el derecho a vivir tu sexualidad como te guste, eso sin dudarlo, y tu mamá tiene todo el derecho a tener sus ideas sobre la homosexualidad. Los dos están exigiendo al otro que cambie su forma de pensar  y así no podemos avanzar en ningún acuerdo.

Tal vez nunca obtengas la aprobación total de tu familia, pero sí te puedes ganar su respeto. Primero tienes que respetarte a ti mismo. Tú estás seguro de que eres homosexual y punto. No tienes que ir por la calle o con tu familia diciendo: “Hola soy homosexual, necesito tu aprobación”.

¿A cuántas personas has visto en la calle o en tu familia que lo primero que te dicen cuando se presentan es:  Hola, mucho gusto soy heterosexual? Por supuesto a nadie, y en este sentido, a nadie le debería importar tu preferencia sexual.

La moral no es algo universal ni  inerte que esté escrito en el firmamento. En la historia de la humanidad, la moral ha sido la norma de conducta que han diseñado los seres humanos en un tiempo y espacio determinado, y que ha ido cambiando a través de los siglos. En el mundo antiguo, por ejemplo, los hombres tenían varias mujeres y las fecundaban a todas. La poligamia era algo común. En algunas culturas, la homosexualidad tampoco era mal vista. Con la irrupción de la religión judeo-cristiana la preferencia por alguien del mismo sexo comenzó a ser calificada como algo antinatural.

Pero los tiempos han cambiado. Y cada vez son más los sectores de la sociedad que se abren a las nuevas realidades sexuales. Ejemplo de ello es que en los años 80, el Manual Diagnóstico de Enfermedades Mentales DSMIV dejó de considerar a la homosexualidad como una “enfermedad mental”. La moral entonces, no ha cesado de cambiar a través de los siglos.

Sin embargo, muchas personas, como tu mamá, aún no aceptan los nuevos tiempos y por ello no ven con buenos ojos a las personas como tú. Estoy casi segura que lo más preocupante para ella es precisamente eso, que te traten mal o te discriminen.

Por lo que me cuentas, aún eres dependiente de tus padres y eso quiere decir que tendrás que ceder en algunas cosas para no pelear todo el tiempo con tú mama, no puedes cambiar la manera de pensar de las personas, esa es la lección.

Vas a tener que hacer un gran trabajo contigo mismo, te aconsejo tomar terapia para marcar líneas y límites. Nadie lo puede hacer por ti, no debes dejar la responsabilidad de tu felicidad en manos de tu madre, ni de otra persona.

El precio de la dependencia, querido amigo, es excesivamente caro.

Intza69@yahoo.com

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