La policía comunitaria de Tlacotepec advirtió, hace más de tres meses, que si el líder del Cártel del Sur, Isaac Navarrete Celis, no era detenido por el gobierno de Guerrero en un plazo de 30 días, sus hombres entrarían al municipio de Leonardo Bravo a cazarlo.

Navarrete Celis, conocido como El Señor de la I, respondió con un audio que circuló ampliamente en Iyotla, Chichihualco y Tepozonalco: “Si siguen viniendo, van a seguir cayendo”.

Los dos grupos se disputan, en la puerta de entrada a la Montaña, el control de la siembra y el trasiego de amapola, así como la “venta de protección” a las compañías mineras de la zona.

Desde la tarde del martes 26 de mayo, habitantes de Tepozonalco reportaron al 911 que dos grupos armados habían iniciado un tiroteo. El enfrentamiento duró hasta el viernes 29. Ninguna autoridad, ni local ni federal, intervino. La gente se refugió en sus domicilios. Numerosas familias se metieron al monte, y fueron a ocultarse a Chichihualco.

Cuando policías estatales, y elementos de la Sedena y la Guardia Nacionalhicieron al fin un recorrido de inspección, el paisaje era desolador.  Hallaron camiones y camionetas incendiadas a orillas de la carretera. Al llegar a la entrada de Tepozonalco, reportaron “una casa rosa quemada”. Afuera había tres camionetas y una moto totalmente calcinadas.

A unos metros, a medida que avanzaban, aparecieron más de 15 domicilios quemados. Por el desorden que privaba en su interior, los miembros del operativo comprendieron que todas ellos habían sido saqueados. Muchos presentaban orificios de bala en la fachada. Según un medio local, sobre la calle habían quedado decenas de casquillos percutidos —todos procedentes de armas de alto poder.

En Iyotla y Tepozonalco había un total de 24 casas incendiadas.

Se reportaron tres muertos, aunque otras versiones hablaron de por lo menos seis.

Una de las casas quemadas pertenecía a Isaac Navarrete Celis, El Señor de la I.

Se reportó que durante el recorrido de inspección fue hallado un narcolaboratorio en el que había heroína, semilla de amapola y diversos precursores químicos.

Muy pronto se difundió la versión de que Navarrete Celis se quedó sin municiones, logró escapar del cerco que le impusieron sus rivales, se internó en una brecha de la sierra, y más tarde huyó del estado.

Existe asimismo la versión de que, antes de su caída, El Señor de la I expulsó de Tepozonalco a familias que no le eran incondicionales, y entregó las casas vacías a sus sicarios. Según esta versión, la gente de su propio pueblo terminó por darle la espalda.

Hace más de un lustro, Navarrete Celis encabezó un movimiento de autodefensa cuyo fin era enfrentar a Los Rojos y detener las extorsiones a que eran sometidos los amapoleros y los pueblos de la sierra. En el camino se alió con el grupo criminal conocido como Los Ardillos —que lideran los hermanos Jorge, Celso y Antonio Ortega Jiménez, con fuertes vínculos con el PRD local. Terminó encabezando El Cártel del Sur, o El Cártel de la Sierra, con fuerte presencia en los municipios de Eduardo Neri, Heliodoro Castillo y Leonardo Bravo.

En 2015 se descubrió en Chichihualco una fosa clandestina con 19 cuerpos, muchos de ellos calcinados. Eran las primeras víctimas del Cártel de la Sierra.

El grupo entró en confrontación con el Frente Unido de Policías Comunitarias del Estado de Guerrero (FUPCEG) que dirige Onésimo Marquina, El Necho, y cuyo brazo armado es la policía comunitaria de Tlacotepec.

Bajo el disfraz de “policía comunitaria”, Marquina se ha vinculado, según soplen los vientos, con los principales grupos criminales de la región: ha sido socio deLos Rojos, de los Guerreros Unidos y de los Tequileros, entre otros. El objetivo es el mismo que el de Navarrete Celis: controlar el negocio de la sierra.

Tras el enfrentamiento de finales de mayo, y la supuesta huida de El Señor de la I, los comunitarios de Tlacotepec difundieron mensajes en los que se advirtió a la gente de los tres pueblos —Iyotla, Chichihualco y Tepozonalco—  que quienes “nada tienen que ver en este asunto, no tienen por qué temer o irse de sus casas. Pero quienes tengan cola que les pisen, piénsenlo dos veces en quedarse, pues ya nos están mandando mensajes con los nombres y ubicaciones” de quienes apoyaron a Navarrete Celis.

Parece arrancado de una narcoserie. Pero no lo es. Es el México de 2020, en el que grupos criminales avisan con meses de antelación lo que van a hacer, y lo hacen sin que haya autoridad alguna —policía, Ejército, Guardia Nacional— que lo impida.

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