Una mentira repetida mil veces deviene verdad en el imaginario colectivo. Esta estrategia mediática la desarrolló con maestría Joseph Goebbels, jefe de campaña de Adolf Hitler. Adecuar los hechos a una versión distorsionada, tarde que temprano, termina convenciendo a la audiencia.
La oposición afirma que, “el plan B es un puñal para la democracia”. En su discurso destacan la pérdida de un padrón electoral confiable, la certeza de que una persona sólo votó una vez en la casilla, la seguridad de saber cuántos y quiénes votaron, el retorno a experiencias como la “caída del sistema”, la injerencia del secretario de Gobernación en los resultados electorales, el reemplazo de la ciudadanía por los militantes del partido hegemónico para cuidar la elección, la desaparición del voto impreso y, la intervención de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) con el voto en el extranjero.
Primero, esta perspectiva enmascara que la confiabilidad del padrón electoral no depende de los cambios que se proponen a las leyes secundarias de la ley electoral, sino de las acciones ilegales realizadas por los partidos políticos en tiempos electorales.
Con o sin modificación a la ley electoral, prácticas como el “carrusel”, relleno de urnas, robo de urnas, continúan replicándose hasta el día de hoy. Sólo que ahora se realizan de manera más sofisticada. Mediante la manipulación del PREP, el uso de recursos ilícitos en campañas electorales y mil etcéteras.
El problema no es la propuesta de modificación a la ley electoral, sino la deslealtad de los partidos políticos que continúa imperando.
Segundo, en lugar de presentar los resultados preliminares del PREP, el Plan B propone que se publiquen los resultados definitivos el mismo día de la elección para evitar manipulaciones que deriven en la “caída del sistema”. Esto significa que, al mismo tiempo que se publica el PREP, se cuenten los votos definitivos, lo que permitiría mayor certeza sobre los resultados comunicados a la ciudadanía.
Tercero, en el Plan B no está prevista la intervención del secretario de Gobernación para comunicar ningún resultado electoral. Las autoridades electorales continuarán teniendo esta atribución derivada de la autonomía que la ley les confiere.
Cuarto, la ciudadanía seguirá siendo la responsable de cuidar la elección. La inferencia de que ahora los militantes del partido en el gobierno tendrían a su cargo esta actividad es sesgada.
Quinto, no existe ningún registro en el Plan B donde se indique que las boletas impresas desaparecerán.
Sexto, en relación con el voto de los mexicanos en el extranjero no se ponen en riesgo las funciones del INE respecto al Padrón Electoral. La ley subraya que el INE, a través de la Dirección de Registro Federal de Electores, será la instancia responsable de validar la solicitud de inscripción en el Listado Nominal de Electores Residentes en el Extranjero.
Distorsionar el contenido del Plan B sembrando dudas en la ciudadanía sobre la validez de los resultados electorales de 2024, revela una estrategia política dirigida a producir caos y desconfianza entre la población. “A río revuelto, ganancia de pescadores”.
Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale