Las burlas desatadas en redes sociales contra el hijo menor del presidente López Obrador son imperdonables.

Agredir de esa manera a un joven para lastimar al padre, solo habla de la incapacidad y falta de pericia política de quienes no tienen la habilidad de hacer una crítica objetiva del trabajo del Ejecutivo y por eso recurren a la bajeza de agredir a un niño.

El Presidente ha cometido durante su mandato diversos errores, algunos muy graves, que pueden ser señalados puntualmente. Esos son de él y él tendrá que defender su trabajo.

Ese es el tipo de lucha que se debe dar en la arena política y sus protagonistas y que, al parecer, sólo saben dar las y los políticos más hábiles.

Lo que muchas y muchos esperamos de todos y todas ellas, de todos los colores, es que un día se conduzcan con decencia y se dejen de politiquerías baratas que tanto daño causan.

Desde los que defienden a López Obrador sin un sólo ápice de crítica, incapaces de ver los serios errores que ha cometido (como si se tratara de un líder de un culto religioso y no del dirigente de una corriente política) y justifican la leña al fuego con la que todos los días aviva la flama que ha alienado a muchas personas, hasta los que no tienen la capacidad de sentarse a analizar la terrible realidad de desigualdad y discriminación que viven millones de personas, porque sus privilegios les ciegan y les impiden ver la pobreza, el abuso, la explotación desmedida y las violaciones a los derechos humanos de décadas.

Pero esos y esas son personas adultas que pueden desplumarse mutuamente en el palenque empantanado en que han convertido a la política mexicana.

La ciudadanía (por lo menos la ingenua como yo) esperaría que tuvieran tantita sensatez para frenar sus rencores antes de hundirse tanto en el fango como para lastimar y marcar de por vida a un niño o una niña, hijo o hija de cualquier persona del otro bando político.

Se que es mucho pedir de personas que anteponen su ambición y su sed de poder antes que el bien del Estado.
Cualquiera que actúa de esa manera, en cualquier partido y corriente política, me parece despreciable.

Las mujeres que participan en la vida pública, en partidos políticos, como funcionarias, activistas y defensoras de derechos humanos con frecuencia so mos víctimas de violencia dirigida a nuestras familias, a nuestro aspecto físico y a nuestra sexualidad. Por eso entendemos la enorme indignación que causa el ver cómo personas sin ningún tipo de consideración, escrúpulos y empatía utilizan a la familias de sus contrincantes para causar daño.

La política es un juego que no todos pueden jugar, pero es un juego entre personas adultas.

Las familias, sean hijos, hijas, cónyuges o progenitores nunca deben ser blanco de agresiones, mucho menos los niños, niñas y adolescentes, a quienes pueden causar daños irreparables.

Agredir a un niño o una niña para lastimar al padre o a la madre es una acción a la que solo recurren los más viles de los cobardes.

Titular de Aliadas Incidencia 
Estratégica e integrante de la Red Nacional de Alertistas. 
Twitter: @mcruzocampo 
FB: maricruz.ocampo

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