La elección presidencial en Turquía definirá no sólo quién dirigirá el país, sino también su rumbo hacia un escenario más laico y demócrata, la gestión de la crisis económica y las relaciones con otros países.

Erdogan, actual presidente, ganó las elecciones en 2002 y desde 2003 ha gobernado Turquía. Primero como primer ministro y después como presidente. En 2016 hubo un intento de golpe de estado que Erdogan logró superar y desde entonces consolidó y concentró su poder en el gobierno. De hecho, ya tiene dos periodos como presidente y está buscando un tercero, cuando la constitución sólo permite dos. Pero él se siente por encima de la constitución.

En 2003, Recep Tayyip Erdogan llegó al poder después de un terremoto. Se presentó a las elecciones de 2003 como un islamista moderado y demócrata y prometiendo, entre otras grandes reformas, invertir en prevención antisísmica. Sabía que los turcos aún criticaban al Gobierno anterior por la corrupción durante el temblor de 1999, que dejó 17 mil muertos. Y arrasó.

Ahora las cosas han cambiado, es Erdogan a quien se cuestiona por su gestión de este terremoto. Nadie sabe en qué se ha invertido el dinero prometido para medidas antisísmicas. Se han venido abajo muchos edificios presuntamente preparados para terremotos. Y la reacción del presidente ha sido lenta y agresiva: tardó en mandar equipos de rescate y visitar durante la zona, amenazó a quienes le criticaban y hasta cerraron Twitter unas horas.

Erdogan representa la imagen de un gobierno dictatorial y de ahí la importancia de estas elecciones, pues aún con gobiernos autoritarios, la situación podría cambiar en las urnas

Las condiciones en Turquía se han deteriorado. Además, la gran cantidad de migrantes de Siria pone apremio en la economía del país. La oposición, al ver lo anterior, decidió que era el momento oportuno para sacar a Erdogan del poder.

Seis partidos de oposición se unieron y nombraron candidato a Kemal Kilicdaroglu.

Después de la primera vuelta de unas elecciones reñidas, Recep Tayyip Erdogan, aunque lideró la votación, no consiguió sumar el 50% para el triunfo. Tendrá que medirse en segunda vuelta a Kemal Kilicdaroglu, quien quedó en segundo lugar. Son dos modelos geopolíticos. Erdogan o Kilicdaroglu tendrán la balanza turca entre Rusia y Occidente, la gestión de los refugiados y la cooperación con el Golfo o la OTAN.

La constitución de un bloque opositor que logró construir una alternativa creíble, ha diseñado una estrategia que puede darles el triunfo. El gobierno autoritario ha encarcelado o silenciado a un número importante de críticos. Los medios reproducen, casi todos, la voz oficial. En un contexto así, parece casi imposible hacer oposición. Lo que inicialmente han planteado es salirse del discurso de la polarización.

La oposición debe cambiar el sentido del discurso, no responder a las diatribas del autoritarismo, sino concentrarse en los asuntos que interesan a la sociedad, a la gente. Por eso no es conviente tocar la ideología. No es desde la vehemencia de una doctrina que puede combatirse a un gobierno dictatorial. Se necesita asentar una plataforma amplia de coincidencias esenciales, no hay nada peor que el sectarismo, que defiende y sigue con fanatismo e intransigencia una idea o una doctrina, sin admitir ninguna crítica sobre la misma, aunque se crea moderno.

El mensaje esencial han sido demostraciones prácticas de tolerancia y de sentido práctico. La unidad de la oposición ha sido muy importante, por supuesto. Frente al caudillismo, la oposición ha buscado consensos y propone soluciones concretas.

Expresidente municipal de Querétaro y exlegislador. @Chucho_RH

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