La primera parte de El Aleph del gran Jorge Luis Borges se denomina “El inmortal” y, escribiendo el nombre de tan célebre escritor me recuerda que, en cierta ocasión en las calles de su Buenos Aires tan querido, alguien le gritó: “Usted es inmortal maestro”, el genio literario, con esa agudeza y prontitud mental que tenía contestó: “No sea usted pesimista” y, vaya que el maestro tenía razón. Desde los más antiguos tiempos, la humanidad ha buscado como una obsesión, la fuente de la eterna juventud y ser inmortal. Respeto toda creencia, empero esa terca y reiterada obcecación enfermiza me parece una reverenda estupidez. Por ejemplo: ¿Alguien puede asegurar que vivirá hasta diciembre del 2022? Los ámbitos más notorios de esta enfermedad mental, los encontramos principalmente en los políticos y artistas, también en las llamadas “figuras públicas”, en donde observamos la vana terquedad de aparentar físicamente una edad menor a la real o bien, proyectarse hasta el 2024 en que habrá elecciones; es decir, se planea para la eternidad y, por eso los muertos cobran vida para dársela a toda la población. Bien lo escribió si mal no recuerdo don Salvador Díaz Mirón: “El muerto es el náufrago del alma; vivo se hunde, pero muerto flota”. La muerte es tan natural como la vida; es más, ésta última sólo es un instante para llegar a abandonar, el cuerpo material que nos fue prestado y partir hacia otra realidad. Bien lo dicen las escrituras: “Polvo eres y en polvo te convertirás”, pero no, vemos a esas “figuras públicas”, si son mujeres, deformadas de cara y cuerpo y a los hombres, con bisoñés, pelo de tan pintado, color naranja, cejas delineadas y obscurecidas; políticos, artistas, empresarios, profesionistas o deportistas que no aceptan su realidad y pretenden aparentar lo que ya no son; lo que fueron y jamás volverán a ser.
Dicen los antiguos Mayas que, “El nacimiento es un dolor que la vida compensa”, por lo tanto, es estúpido y prepotente pensar desde ahora en el 2024 y ni siquiera, en mi caso, en el mañana; no conozco el día, hora y lugar en que me voy a ir de este hermoso mundo que, a pesar de tanto suicida u homicida, sigue siendo una hermosa maravilla, sólo vivo en el presente. Convencido soy de que, la mejor edad es la que uno tiene y el tiempo más hermoso y divino es el ahora y en el aquí. Por esto, una gran parte de la “sociedad queretana”, vive y despierta cada amanecer, gracias a sus… muertos. (Continuará)

Especialista en Derecho del Trabajo, Certificado por el Notariado de la Unión Europea. 
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